Los anglicismos se nos comen » with potatoes»
Hace unos años, en nuestro añorado Twitter, ahora llamado X por no llamarlo estercolero, surgió una inciativa en Cataluña, entre aficionados a la gastronomía y algún que otro periodista, en el que se reivindicaba el tradicional «Esmorzar de forquilla«, traducido como Desayuno de tenedor.
Aunque se centraba en el área de Barcelona y alrededores, nos daba un mapa muy acertado de una práctica tradicional en estas tierras que no se quería perder: desayunar platos de la gastronomia catalana, de manera tranquila, con su pan, vino y espirituosos.
Desayunar pan y vino
La tradición databa de muy antiguo, aunque no se podría fechar exactamente, y bebía del trabajo del campo en Cataluña (tanto agrícola como ganadero), en el que las largas jornadas no dejaban tiempo de poder regresar a casa y se optaba por desayunar fuerte en el mismo lugar de trabajo.
Se comía pan, algún embutido, algo de fruta y vino, aunque más tarde se añadieron platos cocinados previamente, con una base de proteína y grasa (platos que les haría salivar con toda seguridad).
A medida de que se fue popularizando, también engrandeció esa sensación: fricandó (carne de ternera filateada con una salsa oscura), pies de cerdo, tortillas varias, callos, butifarra con judias blancas, albóndigas con sepia, pollo con langostinos (a los catalanes nos gusta mezclar conceptos, amigos) y un sinfín de platos acompañados de su pan, de su vino, su café con cosas y un licorcito en ocasiones.
Este concepto tiene un símil en la Comunidad Valenciana, el famoso «esmorzaret«1 del título, traducible como » desayunín», con el mismo origen labriego que el catalán y ligeros pequeños cambios como bocadillos en vez de tanto plato añadidos . Pero amigos, ¡qué bocadillos de fantasía!
Desde el blanco y negro (longaniza y morcilla) o el Almussafes (sobrasada, queso fundido y cebolla caramelizada), amén de la » picaeta» del inicio, el aperitivo que incluye el «gasto, un tomate con cebolla tierna y un final apoteósico como el cremaet (café con rón)
Defender la tradición por encima del brunch
Cabe destacar que, desde hace unos meses, hay una app para defender la tradición catalana del desayuno con tenedor. Esta defensa tiene más importancuan cuando un nuevo «enemigo» ha ido apropiándose de la primera comida del día poco a poco. Empezó comiendo el terreno a la tradición en las grandes ciudades y, lentamente, te encentras desayunando aguacates con tostada en una ciudad pequeña.
La app es «Esmorzars de forquilla«, se ha hecho sin obtener dinero a cambio y abierta a que todo el mundo pudiera añadir lugares para comerlo. El «enemigo» se llama Brunch. Y sí, ha utilizado la app para colocar algunos lugares como tradicionales, cuando, decididamente, no lo son.
Es que el Brunch es más cuqui…
Obviamente, no podemos tomarnos un desayuno tan contundente cada día, puesto que nuestros ritmos de vida y laborales lo impiden (gracias a quién sea por mantener los horarios diferentes al resto de Europa: les amo).
Así que hemos optado por un café, un croissant. Y, si se cierne, un bocadillo para mitigar el hambre hasta el mediodía.
Pero, oh, sorpresa, aunque nosotros no tengamos tiempo para tomar un buen desayuno, contemplamos, al principio sólo en grandes ciudades, la proliferación de un nuevo concepto llamado «Brunch», donde los aguacates, las tostadas, los huevos Benedict y los enormes cafés con leche (latte, queridos, se llaman latte), parecen muchísimo mejor que nuestros bocatas o tapa de tortilla de patatas para desayunar.
Sí, todo parece más cuqui si le pones tonos pastel, cócteles de zumos, mesas cómodas y música lounge a las 9h de la mañana… y si le añades algún cero más en la cuenta al acabar.
Ante tanto cuquismo ¿quién quiere callos?
Regado todo con ex-pats (extranjeros normalmente caucásicos que trabajan en empresas digitales en su mayoría, y que sólo parecen hablarse entre ellos), en un concepto de ciudad que se escapa de nuestras manos.
El origen del Brunch inglés
Podría extenderme con el tema del Brunch que, ojo, no lo veo un mal concepto. De hecho, si les place, les explico que sus origenes NADA tienen que ver con los del «Esmorzar de Forquilla» o el «Esmorzaet».
El brunch extranjero, a diferencia de nuestros desyunos tradicionales, es meramente aristocrático.
Cuando las clases altas inglesas iban a cazar el domingo, necesitaban un buffet preparado para seguir hablando de sus cosas de ricos (esto lo pueden ver en algunas temporadas de «The Crown», por ejemplo). Esa comida previa fue cambiando con el tiempo, desembocando en lo que hoy en día conocemos como «brunch».
El brunch, para los domingos
Otra explicación sería que el domingo era el día de librar del servicio, que dejaba listo el buffet para que sus patronos no se rompieran las uñas demasiado.
Como ven, los origenes son aristocráticos y se remontan al 18952, aunque su auge empezó en 1939 en Nueva York; para evolucionar en 1960 también a los sábados. Cruzó el mar para instaurarse en los EEUU, donde se popularizó como un momento para estar en familia.
He elegido el «brunch» y sus análogos peninsulares, no sólo para llamar la atención sobre costumbres foráneas que parecen aniquilar a las nuestras (un poco sí, vale), sino para explicarles los miles de términos en inglés que se han instaurado en la cocina y gastronomía y, oh, what a surprise , en nuestro vocabulario diario, sin que nos percatemos de ello.
Empezando por fast food, (que aquí lo hemos trasladado a hamburguesas y perritos calientes y que en México la llaman, con mucho amor, «comida chatarra»), tenemos más de 13 términos en inglés para bebidas alcohólicas, 42 para comida o 29 para términos de prácticas o técnicas3.
Y estos datos son del 2021… ¡imaginen ahora!
«Ay, bueno, es que no queda tan bien en español»
Cuando escribo esto, no puedo dejar de pensar en un video de Lola Flores en un mítico programa de televisión llamado La Clave (tan mítico que hasta se fumaba), diciendo que por qué creíamos que todo lo de fuera era mejor, si en España teníamos cosas maravillosas, como sus medias, hechas en Sabadell.
Y me viene a la mente porque creo que Real Food no es mejor que comida real, por ejemplo. O decir healthy a cada momento en sustitución de saludable. Tampoco decir wine lover en el país de los vinos por excelencia, me va a ensalzar más que amante de los vinos.
O que nuestra copa de después del trabajo sea afterworking (lo de tardeo me parece otro concepto diferente).
La única excepción con la que trabajo es el término slow food, porque comida lenta no se aproxima al concepto ni a la filosofía que encierra esta palabra.
Los «anglicismos» vienen de Italia
Pero para acabar y dar la puntilla que necesitamos, les diré que este movimiento se originó en Italia, un país que tiene palabras gastronómicas tan maravillosas como «affogatto», «colazione» o «pomeriggio».
En defintiva ; ¿ quien se apunta a un «esmorzar de forquilla»4? Saldremos rodando, pero satisfechos.