«Factótum», el alter ego de Bukowski destruye el sueño americano

«Factótum», el alter ego de Bukowski destruye el sueño americano

Factótum reboza de ironía y sarcasmo a veces brutal, el humor es un hilván que va juntando las partes de esta vida sin sentido, un ir y venir de un empleo a otro para sobrevivir.

«Yo era un hombre que me alimentaba de soledad… cada día sin soledad me debilitaba… dependía de ella», dice Henry Chinaski, alter ego de Charles Bukowski, el escritor maldito de la literatura estadounidense, cuando éste llega a una pensión de Nueva York. Lleva semanas viajando en autobuses por lo largo y ancho de Estados Unidos. Antes se ha aprovisionado de una botella de vino luego de días sin dormir. El tranvía pasa delante de su ventana y vislumbra a los pasajeros como fantasmas aburridos de su existencia. Luz y oscuridad se suceden delante de sus ojos, una verdadera visión del infierno.

Visión pesimista de la sociedad

No le agrada la gente y un doctor lo ha descartado como soldado en la Segunda Guerra Mundial. En realidad, odia a las personas y su maldita lucha por empleos de dudosa categoría.

«Estaba horrorizado de la vida, de todo lo que un hombre debía hacer para comer, dormir y poder vestirse». Sujeto que trabaja de día y bebe de noche, buscando alguna empleada para satisfacer su apetito sexual. Misógino es el calificativo que mejor describe su relación con las mujeres.

Vuelve a Los Ángeles a casa de sus padres y ha dejado botado otro empleo. Acude a un bar y al despertar se entera que provocó un atochamiento de tránsito. Termina en la cárcel y su padre acude al día siguiente a pagar la fianza.

El personaje de Bukowski odia al mundo que lo rodea

Pregunta por la gente rica, si en realidad eran mucho más inteligentes: «la única diferencia era el dinero y su deseo de acumularlo». Conoce a Laura en una taberna y continúan el festín en casa de Wilbur, un exmarino minusválido que acoge a mujeres que no tienen donde dormir. Es un compositor excéntrico y le propone a Hank que le escriba la dramaturgia. Beben hasta morir y al día siguiente viajarán en un enorme yate. Laura es una cazafortunas que espera alguna herencia de Wilbur. De pronto se enteran que ha muerto y Laura aparece desencajada a pedir explicaciones y termina esposada rumbo a la comisaría.

Una interminable fila de empleos

Henry Chinaski trabaja en un almacén de bicicletas. Suele apostar en las carreras de caballos y con eso elude trabajar por algunas semanas. Hasta que conoce a su alma gemela, Jan, con quién sólo necesita beber y hacer el amor. Aguanta sus pataletas y por las mañanas otra vez tienen sexo. Encuentra otro empleo y esas actividades matutinas le impiden permanecer empleado por mucho tiempo.

Trabaja en un almacén de repuestos para automóviles y con un empleado corren a diario a apostar en la última carrera. Su ojo para las apuestas les permite ascender en la escala social y los otros empleados les entregan dinero para apuestas que guardan para su propio beneficio. Jan no soporta al nuevo Hank que bebe whisky de primera y ha dejado de lado sus deberes de amante. Un día asesinará a un hombre en el hipódromo y tendrá que huir a Miami.

Los empleos cambian y sobrevive el amor por la literatura

En la agencia de empleo estatal busca encontrar «un lugar para gente sin ambiciones». ¿Cómo puede sobrevivir un hombre que despierta cada día con el estrépito del despertador? Para llegar a un trabajo donde obtiene dinero para un tercero y además debe mostrarse agradecido. Su idea de laburar es «vagar por ahí sin hacer nada, esquivando siempre al patrón y evitando a los chivatos». Carece por completo de empatía y disciplina para conservar esos empleos. Llega a una fábrica de tejidos y observa a decenas de personas trabajando sin parar, sin chistar una palabra y eso lo deprime en grado mayor.

Será taxista y dependiente en una empresa de tubos fluorescentes. Siempre envía historias por correo a la única editorial que respeta, hasta que un día le aceptan un escrito y experimenta la felicidad. Consigue un empleo de aseador en el Times, siempre mintiendo en los currículos y rehúye realizar trabajos peligrosos. Lo despiden por quedarse dormido en el turno de noche y al día siguiente acude con Jan a buscar el cheque por las horas trabajadas.

El sueño americano no existe

Suelen vivir del seguro social hasta que ya no tienen que comer. Pero el paro no le sienta bien y acumulan multas por ebriedad y disturbios en la vía pública.

Henry Chinasky representa al desecho de la sociedad, a los vagabundos y las prostitutas. Factótum es la constatación de que el sueño americano no existe, ni siquiera en tiempos de guerra cuando hay más empleos disponibles.

En su deambular Jan encontrará otros amantes y Hank pierde toda proporción. Bebe en el trabajo y encierra al dueño de un hotel en un baño.

La interminable fila de empleos podrá cansar al lector hacia el final, cuando el personaje está agotado de levantarse cada mañana y terminará en un cabaret sin una gota de esperanza.

Factótum reboza de ironía y sarcasmo a veces brutal, el humor es un hilván que va juntando las partes de esta vida sin sentido, el ir y venir de un empleo a otro para sobrevivir, donde una competencia insana llevaría a cualquiera a volverse loco.