Gonzalo Fernández de Córdoba fue uno de los principales responsables de la creación de la élite militar conocida como los Tercios Españoles
La historia militar de España está marcada por muchos eventos, yendo desde las Guerras Púnicas hasta la Guerra del Rif. Pero durante todo ese proceso destaca una de las fuerzas más temidas y respetadas en Europa durante varios siglos: los Tercios Españoles.
Desde su origen en el Renacimiento, los Tercios se convirtieron en la piedra angular del poderío militar español, desempeñando un papel clave en la expansión del Imperio español.
Tras el descubrimiento de América, Europa cambió
La Edad Moderna fue un periodo de transformación en Europa, donde los avances en la tecnología, la política y la organización militar jugaron un papel crucial en el surgimiento de nuevos imperios y ejércitos.
En este contexto, los Tercios Españoles surgieron como una respuesta a las necesidades del Imperio español de contar con una fuerza militar altamente disciplinada, flexible y capaz de enfrentarse a las amenazas en múltiples frentes.
Antes del siglo XVI, las guerras en Europa se libraban principalmente con caballería pesada y arqueros.
Sin embargo, la introducción de las armas de fuego y la artillería cambió radicalmente el panorama bélico. La caballería perdió protagonismo frente a la infantería, que debía adaptarse a los nuevos tiempos.
Los Tercios Españoles surgieron como una solución innovadora para maximizar la eficacia de las armas de fuego combinadas con las técnicas de combate tradicionales, y su éxito cimentó el prestigio del Imperio español en Europa.
Gonzalo Fernández de Córdoba: El Gran Capitán
El verdadero precursor y organizador de lo que más tarde se conocería como los Tercios Españoles fue Gonzalo Fernández de Córdoba, apodado el Gran Capitán. Aunque no fue el fundador oficial de los Tercios, su impacto en la reorganización del ejército español fue fundamental.
A finales del siglo XV, Fernández de Córdoba demostró su valía como comandante durante las guerras de Italia, en las que España se enfrentaba a Francia por el control de territorios estratégicos en el Mediterráneo.
Fernández de Córdoba decidió combinar unidades de piqueros, arcabuceros y espadachines en una formación mixta que le permitía una gran flexibilidad en el campo de batalla. Estas innovaciones tácticas marcaron el nacimiento de una nueva forma de hacer la guerra, sentando las bases para lo que más tarde serían los Tercios.
Bajo su mando, el ejército español demostró una capacidad sin igual para adaptarse a las condiciones cambiantes del combate, derrotando a fuerzas francesas superiores en número en batallas decisivas como la de Ceriñola y la del Garellano.
Aunque si bien el Gran Capitán estableció los fundamentos tácticos y operativos, fue Carlos I quien formalizó la creación de los Tercios Españoles en 1534.
La organización formal de los Tercios Españoles
La organización de los Tercios Españoles se basaba en una estructura piramidal. Cada Tercio estaba compuesto por tres tipos de unidades principales: piqueros, arcabuceros y espadachines.
Estas tres unidades trabajaban juntas en una formación táctica que les permitía aprovechar la potencia de fuego de los arcabuceros, la fuerza de choque de los piqueros y la flexibilidad de los espadachines en el combate cuerpo a cuerpo.
Además, los Tercios Españoles estaban organizados en compañías que, en su conjunto, formaban un ejército altamente disciplinado y eficaz.
Lo que distinguía a los Tercios Españoles de otros ejércitos de la época no era solo su estructura, sino también el rigor y la disciplina de sus soldados.
Los hombres eran, en su mayoría, veteranos de guerra con una vasta experiencia en el campo de batalla. Estos soldados eran entrenados en una variedad de tácticas, lo que les daba una flexibilidad que pocos ejércitos europeos podían igualar.
Las campañas militares fueron la gloria de los Tercios
Los Tercios Españoles se destacaron en numerosas campañas militares a lo largo de los siglos XVI y XVII, consolidando su reputación como la mejor infantería de Europa. Lucharon en los conflictos italianos, donde enfrentaron a los ejércitos de Francia y el Sacro Imperio.
La Batalla de Pavia
Uno de los momentos clave en la historia de los Tercios fue la batalla de Pavía en 1525, donde las fuerzas del emperador Carlos V, compuestas en gran parte por los Tercios Españoles, se enfrentaron al ejército francés comandado por el rey Francisco I, en una lucha por el control del norte de Italia.
Los Tercios se dispusieron en formaciones compactas y, combinando piqueros y arcabuceros, lograron resistir las embestidas de la caballería pesada francesa, considerada hasta ese momento la mejor de Europa.
La victoria fue tan aplastante que incluso capturaron al rey francés Francisco I y lo llevaron prisionero.
El interés europeo de Carlos I y Felipe II
A lo largo de las guerras religiosas y políticas que sacudieron Europa en el siglo XVI, los Tercios Españoles participaron en numerosas operaciones, desde las campañas en Flandes contra los rebeldes protestantes hasta las guerras en el Mediterráneo contra los otomanos.
La evolución de los Tercios Españoles
Con el tiempo, los Tercios también evolucionaron para adaptarse a los cambios en el arte de la guerra.
Durante el siglo XVII, la guerra de los Treinta Años sirvió para mantener su reputación como una de las mejores unidades militares de Europa.
Sin embargo, a medida que avanzaba el siglo XVII, comenzaron a surgir nuevos desafíos. Las tácticas militares europeas evolucionaban rápidamente, con la introducción de ejércitos más numerosos, mejor equipados y entrenados.
El uso de la artillería y de unidades de caballería más móviles empezó a cambiar el campo de batalla, lo que exigía adaptaciones en las formaciones.
Fernández de Córdoba decidió combinar unidades de piqueros, arcabuceros y espadachines en una formación mixta que le permitía una gran flexibilidad en el campo de batalla.
A pesar de estos cambios, los Tercios continuaron siendo una fuerza temida y respetada en Europa, incluso cuando otros ejércitos empezaban a adoptar sus tácticas. El prestigio de los Tercios permanecía intacto, y muchas de las potencias europeas intentaron emular su organización y disciplina.
Rocroi supuso el fin de los Tercios Españoles
A medida que el siglo XVII llegaba a su fin, los Tercios enfrentaron su ocaso. La batalla de Rocroi en 1643 marcó un punto de inflexión, cuando las tropas españolas fueron derrotadas por las fuerzas francesas en una batalla que evidenció la creciente obsolescencia de las tácticas frente a las nuevas formaciones militares.
Aunque los españoles lucharon valientemente y resistieron durante gran parte de la batalla, la derrota final demostró que el poderío militar comenzaba a declinar.
Con el avance de la profesionalización de los ejércitos europeos, los Tercios Españoles fueron lentamente desmantelados a lo largo del siglo XVIII.
Además, las reformas borbónicas del ejército español adoptaron nuevas formas de organización, basadas en las lecciones aprendidas de las derrotas sufridas en la guerra de Sucesión Española.
Un legado inmortal
Los Tercios Españoles representaron lo mejor del arte militar de su tiempo, siendo una de las fuerzas de combate más eficientes y disciplinadas de la historia de Europa.
Su creación fue el resultado de la visión innovadora de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, y de la decisión estratégica de los monarcas españoles que vieron la necesidad de una fuerza permanente y profesional.
Y aunque llegaron a su fin en el siglo XVIII, su influencia se extendió más allá de las fronteras de España y de su tiempo, marcando un antes y un después en la historia militar.
Su legado sigue vivo en los estudios de historia y en la tradición militar.