Permitidme que hoy os presente mi nuevo libro. Se titula La cuna de Judas y, en resumen, trata sobre una bruja juzgada por la inquisición. Pero voy a profundizar más, describiendo la sinopsis.
Elche, 1630. Ana García ha sido denunciada a la inquisición. Según su denunciante, es una bruja.
A partir de ahí será detenida y sometida a torturas para lograr una confesión. Pero Ana García resistirá.
Durante su cautiverio y, mientras se recupera de sus heridas, recordará el exilio familiar a Alicante, cómo descubrió que también era bruja como su familia y la epidemia de peste que asoló la villa al regresar a su antiguo hogar.
Aunque acaba confesando, su final no será el todos creen… Ni tan siquiera la propia Ana García.
Es una historia de ficción basada en hechos reales.
Cómo descubrí esta historia
Hacía un tiempo que tenía en mente escribir una historia sobre una bruja, pero no quería que fuera la clásica historia de fantasía con hechizos y magia; y un día, en un periódico local, leí una entrevista a Santi García, un historiador y arqueólogo murciano que acababa de publicar, junto con la que ahora es una buena amiga, Verónica Cano, el libro ´´Elche: misterio, leyenda y tradición´´.
En un momento de la misma, se le pregunta qué historia le había gustado más, de todas las que reunía el libro. Y respondió la de Ana García. En ese instante supe que esa era la historia que iba a escribir.
Los escenarios de La cuna de Judas
Los escenarios en donde sucede la acción son edificios reales y, por tanto, también poseen su propia historia.
Convento de la Merced (o de las Clarisas)
Es el lugar en el que será interrogada y torturada durante su permanencia allí. Es el antiguo convento de las monjas de clausura. Suponen tres inmuebles: uno tardogótico, acabado en 1567 y del que se conservan la torre de la esquina y restos del atrio; otro del s. XVIII de tres plantas y ,un bello claustro de estilo neoclásico, en dos niveles.
La portada de Santa Lucía, orientada al sur, es renacentista.
Torre de la Calahorra
Es donde Ana García permanecerá en sus calabozos hasta ser trasladada a Murcia para ser juzgada. La torre principal de la antigua muralla medieval es junto con los baños árabes, la construcción más antigua de la ciudad (s.XIII).
Su tipología es almohade, custodiaba la puerta más importante de la villa murada. En los s XV y XVI se adosó la casa señorial, construcción planta rectangular, se ensancha en la base para su estabilidad. Las reformas realizadas por los señores de Elche modificaron su estructura, tanto en ventanas de estilo mozárabe como el remate almenado son del s. XIX.
Las torturas de la Inquisición
Antes de su confesión, Ana García fue sometida a tres métodos de tortura:
La tortura del submarino
Consiste en atar al detenido a una escalera de madera y con un cántaro de agua y agujereado del sol, se le arroja un chorro entre nariz y la boca continuamente. Si no confesaba, se le añadía al agua abundante sal y se realizaba la misma maniobra.
Si tampoco se le arrancaba una confesión, se le cubría la cara con un trapo de lino y se arrojaba agua salada sobre el trapo.
Esta tortura también se podía realizar introduciendo el trapo en la boca, intentando incluso que llegase a la tráquea, y posteriormente, se vertía agua sobre el trapo, que al empaparse, provocaba una sensación de ahogo y arcadas.
El potro
Colocan al reo en una rueda anclada en el suelo y se gira, esto hace que al estirar del reo, este se desmaye, se desmembrane o confiese. Otra modo es atarle al suelo, con las extremidades extendidas y, tirar de cada una de ellas, provocando un efecto parecido al de la rueda.
En el caso de Ana García, lo que sucedió es que sus brazos se le salieran de su sitio. En ese momento, se detuvo el interrogatorio y Ana fue curada de sus heridas. Estuvo en tratamiento cerca de ocho meses.
La cuna de Judas
Y llegamos al último método de tortura a la que sometieron a Ana García, y al que se le debe el título del libro, ya que es la causante de su confesión. Consiste en una pirámide puntiaguda, sobre la cual se alza al reo para luego dejarla caer una o varias veces, de modo que la punta busque una zona genital o anal con mayor o menor presión dependiendo de cómo evolucione la confesión.
En cuanto al juicio, llamado Auto de fe, solo decir que se hacía ante todos los estamentos sociales de la ciudad (autoridades civiles, eclesiásticas, militares, pueblo llano, nobles, etc), se componía de una gran mesa solemne. Empezaba una procesión encabezada por los reos vestidos con un sudario y un capirote y escoltados por militares y, se leía el veredicto.
Despido este artículo dando las gracias a la editorial Libros para el infinito, especialmente a Jorge Herrero, por su amabilidad, atención y gran trabajo. No es fácil encontrar una editorial de autopublicación que te trate como a un escritor y no como a un cliente.
Y, por supuesto, también a los lectores, por su interés en cualquiera de mis libros. Su opinión es primordial para seguir evolucionando y mejorando como escritora. Por favor, no dejéis de hacerme llegar vuestra opinión.