El próximo domingo, 15 de Septiembre, se cumple el 124 natalicio de la escritora Agatha Cristhie.
Ahora que tengo una obsesión por leer sus obras, he reparado en su vida. Solo he leído una de sus múltiples biografías, pero cotilleando en artículos, documentales y reportajes a cerca de la autora, todos hacen incapié en un episodio vital, que a la vez es famoso y controvertido a partes iguales.
Me refiero al de su misteriosa desaparición.
Aunque se pensó que era fruto del marketing, en realidad fue cúmulo de tristeza, agotamiento y soledad.
El ¿secuestro? de Agatha Christie
Todo sucedió con la muerte de su madre, Clara Miller. Su marido se encontraba de viaje de negocios y no regresaría hasta una semana después. Es decir, se encontraba sola, sin nadie que la consolase. Su hija Rosalin estaba con ella, pero era muy pequeña, apenas una niña de siete años, y carecía de recursos para mimarla todo lo que ella necesitaba.
Cuando entró en casa, se la encontró hundida. Los recuerdos en la casa familiar le pesaban como una losa. El mundo se le vino encima. Sin embargo, Agatha aún no había recibido el último golpe.
Archie se reunió con ellas para celebrar el cumpleaños de su hija y, en un aparte, le solicitó el divorcio.
La pérdida de su madre, su imposibilidad de escribir y finalmente la solicitud de divorcio, agudizó unos síntomas que la autora inglesa llevaba un tiempo achacando, tales como: olvidos y descuidos que parecían fútiles. Tanto que, en una ocasión, cuando fue a firmar un cheque, lo hizo con el nombre de uno de los personajes del libro que intentaba escribir.
¿Qué pasó con Agatha?
Entonces nadie lo sabía, pero su salud mental le daba un aviso.
El 26 de diciembre de 1926, la pareja discutió.
Él, que hasta entonces dudaba de si abandonaba la casa familiar, hizo las maletas y se fue a pasar el fin de semana con su nueva pareja.
Esa misma tarde, Agatha se subió en su coche y empezó a conducir sin rumbo fijo.
A la mañana siguiente hallaron su coche en una carretera cerca de un lago, con su abrigo de piel sobre el asiento del conductor, una maleta abierta y su carnet de conducir caducado. Pero de ella, ni rastro.
Cuatro días más tarde, un periódico ofrecía cien libras para quién diera alguna pista sobre su paradero.
El peligro de la muerte
Durante una semana, Archie junto con la policía la buscaron sin descanso. Ya entonces hubo quiénes pensaron que todo aquello podía ser maniobra de publicidad. Sin embargo la preocupación no desaparecía. ¿Dónde se había metido?
En un hotel balneario, avisaron que allí, se encontraba una mujer con la misma descripción que buscaban. Según los huéspedes, era una mujer muy amable y muy sociable.
Archie y la policía se personaron en el hotel balneario y, al ver a su futuro ex marido, exclamó:
_¡Maravilloso! Mi hermano acaba de llegar.
Tiempo después, cuando se dio cuenta de lo que había ocurrido, se puso en manos de un especialista.
Ya recuperada, dio su versión de los hechos.
Ya nadie fue capaz de cuestionarla.