Desde el punto de vista técnico, «La Corona Partida» brilla con esplendor propio. La dirección de Frades se destaca al capturar la majestuosidad y la opulencia de la época, transportando al espectador a un siglo XV vibrante y lleno de intrigas políticas.
La cinematografía, meticulosamente ejecutada, resalta la riqueza de los detalles en los escenarios y vestuario, sumergiendo al público en una experiencia visual auténtica.
La banda sonora, a cargo de Arnau Bataller, acompaña con maestría los altibajos emocionales de los personajes, agregando una capa adicional de inmersión.
El cine histórico español
Siempre estoy ansioso por sumergirme en producciones que aborden eventos históricos, especialmente cuando se trata de sucesos de la Edad Moderna. Jordi Frades consigue arrojar luz sobre los días tumultuosos que siguieron al fallecimiento de la Reina Isabel I de Castilla y el devenir de la Corona de Castilla y la de Aragón. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos y la calidad técnica evidente, la película deja un regusto agridulce en términos de narrativa y desarrollo de personajes.
No obstante, donde «La Corona Partida» comienza a tambalearse es en la construcción narrativa. La trama, aunque se centra en un periodo fascinante de la historia española, parece deslizarse por una serie de eventos sin una clara progresión.
La falta de desarrollo de los personajes principales contribuye a esta sensación de falta de rumbo. Aunque la película intenta explorar la complejidad de las luchas de poder y las rivalidades familiares, se queda corta al no profundizar lo suficiente en las motivaciones y emociones de los protagonistas.
Los defectos de La Corona Partida
Uno de los puntos débiles más evidentes es la representación de los personajes históricos. Juana la Loca, interpretada por Irene Escolar, carece de la profundidad necesaria para hacer justicia a la figura histórica que representa. La película opta por retratarla de manera unidimensional, sin explorar las capas de su personalidad que la hicieron una figura tan intrigante en la historia.
Fernando el Católico, interpretado por Rodolfo Sancho, también sufre de una caracterización superficial, dejando al público con una sensación de desconexión emocional con los líderes de la época.
Otro aspecto que podría haber elevado la película es una exploración más profunda de las intrigas políticas y las tensiones sociales de la época. Aunque se insinúan conflictos significativos, la trama no se sumerge lo suficiente en estos elementos, dejando al público con un conocimiento superficial de los desafíos que enfrentaba la nación tras la muerte de Isabel la Católica.
La falta de contexto histórico puede dificultar la comprensión para aquellos que no están familiarizados con este periodo específico.