La reciente muerte del Papa Francisco, ocurrida el pasado día 21 de abril, da pie a que hablemos de un tema, no menor pero sí curioso, para aligerar un poco el peso de estas jornadas informativas que nos vienen encima.
Desde el entierro del PApa, el Cónclave, la liturgia, la fumata blanca y el habemus papam serán un par de semanas intensas para toda persona que le guste la religión, la historia, o para aquellos que simplemente quieran estar informados.
Además de su papel espiritual, el Papa Francisco siempre destacó por normalizar su día a día y por tener una relación cercana, personal, con la gente que le rodeaba. Y sí, también con la comida, como veremos a continuación.
El Papa Francisco, entre Argentina e Italia
Como buen argentino, Jorge Bergoglio, nombre secular del Papa Francisco, era amante de las empanadas, pero no tenemos constancia de que practicara el gran ritual del asado en sus dependencias de la Residencia Santa Marta (aunque le encantaba la carne, sobre todo la colita de cuadril).
También tomaba mate, pero lo relegaba al consumo privado y, ocasionalmente, a algún evento público, con compatriotas deseosos de compartir «bombilla» (la pajita de acero inoxidable del recipiente del mate).
Y, como no, el dulce de leche, uno de los emblemas de la gastronomía argentina y que disfrutaba en cuanto podía.
Estas comidas reflejan la conexión del Papa Francisco con la cultura argentina y su sencillez personal.
La pizza en el Vaticano
Otras cosas que al Papa Francisco le encantaban eran la pizza y los ñoquis (en Argentina y Uruguay se suelen comer el día 29 de cada mes (por su forma redonda que recuerda a monedas), las verduras frescas y una salsa tradicional del Piamonte: la Bagna Cauda.
Esta salsa caliente, elaborada con ajo, aceite de oliva y anchoas cocinadas a fuego muy lento, suele servirse con verduras, pero el Papa la disfrutaba con pan.
Se trata de una receta típica del norte de Italia, ideal para los amantes de la cocina tradicional.
Un plato humilde pero sabroso, muy en sintonía con la personalidad austera del Papa Francisco.
La comida en la Residencia Santa Marta
Cuando fue elegido Papa, Francisco rechazó vivir en el Apartamento Papal del Palacio Apostólico por considerarlo demasiado grande, frío y solitario. En su lugar, optó por la Residencia Santa Marta, un edificio adyacente que funciona como hotel para religiosos.
Esta residencia, clave durante el Cónclave Vaticano, se convirtió en su hogar habitual. En Santa Marta le pudimos ver desayunando en el comedor común, donde jamás tuvo mesa reservada. Su desayuno era café, galletitas con membrillo y yogur.
El comedor está gestionado por las monjas de San Vicente de Paul y ofrece un servicio self-service para el desayuno, mientras que las comidas y cenas cuentan con camareros. No se aceptan tarjetas de crédito, lo cual refuerza el carácter modesto de este lugar, incluso en plena Ciudad del Vaticano.
Desde allí podía conversar con cualquier cardenal o religioso que se hospedara en la Residencia. Porque, de hecho, Santa Marta funciona como un hotel, con los servicios de lavandería, salas de TV y de reunión, como cualquier otro.
Juan Pablo II y su amor por la comida polaca
Karol Wojtyla, el nombre secular del Papa Juan Pablo II, fue un gran aficionado a la comida tradicional polaca. Entre sus platos favoritos estaban los pierogi (raviolis rellenos de col, carne y patata) y la kremówka (también llamada pastel Napoleón, con hojaldre y nata).
Era tan fan de este pastel que llegó a organizar una competición para saber quién comería más. Karol Wojtyla llegó a las 18 porciones de pastel (pero no fue el ganador).
La cocina polaca, con influencias alemanas y eslavas, acompañó al Papa hasta el final de sus días. También era amante del vino tinto, especialmente del Rioja Heras Cordón, que contaba con autorización para usar las armas del Vaticano.
Benedicto XVI, el papa casi abstemio
El Papa Benedicto XVI por su parte prefería tomar zumos en vez de vino, y era un gran amante de la comida. Sobre todo de los dulces.
Su madre fue cocinera de profesión, y desde pequeño le enseñó a valorar la comida y a ser autosuficiente. Hasta tal punto que el Papa Benedicto solía cocinarse su propia comida en muchas ocasiones.
Aunque difería en la hora del desayuno con Juan Pablo II (este lo hacía a las 5:30 de la mañana y Benedicto a las 7:30), era igualmente goloso.
Amaba el pastel de manzana, un postre muy popular en la cocina bávara, que le conectaba con sus raíces alemanas. Otros de los platos que solía pedir a menudo eran las salchichas de Regensburg, Kirschenmichel o una wurtzsalat.
La cocina durante el Cónclave
Con la muerte del Papa Francisco, y su posterior funeral, el Vaticano se prepara para un nuevo Cónclave.
Se iniciarán unas semanas de suspense, con esas preciosas imágenes de los cardenales yendo a la Capilla Sixtina mientras suenan los Kyrie de fondo, proceso que finalizará cuando podamos ver el» fiume bianco».
Durante el Cónclave, la alimentación se adapta a las necesidades dietéticas de los cardenales, con menús sencillos de base italiana, platos de pasta, verduras frescas y algunos dulces.
Toda esta liturgia nos ha traído a la memoria la película Cónclave. Cónclave es una palabra latina que significa «bajo llave»: un proceso de selección del nuevo Papa por votación de los Cardenales, venidos de todo el mundo.
Y que se hospedan en la Residencia Santa Marta, de la cual ya hemos hablado.
Allí duermen en habitaciones individuales y reunirse en algunas de las salas que hay, pero no pueden, por ejemplo, hacer turismo, ni mucho menos citarse en restaurantes: la comida se ciñe a lo que el restaurante del Santa Marta tenga preparado.
Aunque no hay mucha información sobre ello, se sobreentiende que la comida que se sirve tiene una base italiana y con productos frescos, con platos de pasta, lasaña, verduras y algunos dulces, pero prestando atención a todos aquellos cardenales que, por sus orígenes, sean celíacos o tengan alguna patología no coman carne ni gluten, entre otras cosas.
Durante estas semanas habrá un intenso trabajo en Roma, y no solo por parte de los cardenales, sino de las muchas personas que trabajan allí y que esperan una pronta elección papal.