¿Qué relación hay entre los gorilas, la guerra de guerrillas, la Odalisca de Ingres y la lucha feminista?
En la primavera de 1984 hubo un acontecimiento que definió la vida cultural y social de Nueva York de esa década. El MoMA, uno de sus museos más importantes hacía tiempo que había emprendido una importante ampliación y una gran exposición con 165 artistas de todo el mundo la inauguraría.
Según el comisario que había seleccionado a los autores y obras, Kynaston McShine, en ella estaban «los artistas más importantes del momento» y, si alguien no encontraba sus obras allí «quizás debería revisar su forma de hacer arte y la trascendencia de su trayectoria».
Entre esos 165 artistas solo aparecían trabajos de 13 mujeres. Esto fue el detonante para que el día de la inauguración un grupo de artistas feministas decidieran organizarse para denunciar la invisibilización de la mujer en el arte; se hacía llamar Guerrilla Girls.
Un mundo controlado por hombres
Sus primeras acciones fueron pegar carteles en lugares concurridos de Nueva York, cerca de las galerías y de los museos, llamando la atención sobre la poca presencia de artistas mujeres o procedentes de minorías raciales en el arte que se exponía en ellos.
La manera en que lo hacían era novedosa y reconocible. Llegaban por la noche y empapelaban todo con sus posters. Usaban los mismos métodos que la publicidad y el marketing en carteles llenos de ironía en los que solo presentaban datos y porcentajes, con frases en las que interpelaban directamente al público, a los coleccionistas o a las instituciones artísticas.
Las Guerrilla Girls eran rigurosas eligiendo los datos cuantitativos que proponían al público en sus acciones, sabiendo que eso aportaba credibilidad a sus protestas. Su obra más reconocible es un collage en el que acusan al Metropolitan Museum de Nueva York de usar a las mujeres como objetos al no exponer sus obras pero sí sus cuerpos.
Utilizan el cuerpo desnudo de la Odalisca de Ingres pero le colocan una de sus caretas de simio, sujetando su fálico abanico y mirando fijamente al público, todo sobre un fondo de tinta plana amarilla y acompañado de una pregunta difícil de olvidar y de los datos que la avalan.
La lucha feminista por reivindicarse en el arte
En su militancia por la visibilidad femenina en el arte no fueron las primeras. Para cuando ellas llegaron había toda una base conceptual bien definida que llevaba veinte años vigente. En el Nueva York de 1969 se fundó el colectivo WAR (Women artists in revolution) un grupo de artistas feministas de varias disciplinas que ya protestaban por la falta de representantes de este género en las exposiciones de museos y galerías.
En 1971, Linda Nochlin publicó un artículo que tituló “¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas?” en el que analizaba quienes se habían considerado los genios artísticos de la historia y estudiaba en perspectiva el problema del acceso femenino al arte.
El marco teórico ya estaba ahí, pero las Guerrilla Girls fueron más allá, expandiendo sus reivindicaciones hacía el racismo, el anticolonialismo o la gentrificación de las ciudades.
Para las Guerrilla Girls, las protestas feministas de las décadas anteriores no habían sido efectivas para lograr la igualdad en el mundo del arte por lo que ellas adoptaron la estrategia de acusar con nombres propios y públicamente a los responsables de la discriminación especificando qué era lo que habían hecho mal estas instituciones o personas.
En 1992 realizaron una acción de protesta contra el director del Guggenheim de Nueva York en la que repartieron miles de postales rosas con un mensaje contra la inauguración de la nueva sede del museo en la que solo estaban confirmados artistas masculinos blancos. Las postales fueron enviadas en masa y, además, una multitud de mujeres con máscaras de gorilas se congregaron frente al museo el día de la inauguración.
Origen de las Guerrilla Girls
El nombre que eligieron para el grupo no fue el de Guerrilla Girls en un primer momento, si no el de Gorilla Girls por las máscaras con las que se cubrían, pero una de las activistas lo transcribió de manera incorrecta como “guerrilla” y pensaron que quizás este iba mejor con el espíritu subversivo de sus acciones.
En su activismo, usaban técnicas similares a la guerrilla: pequeños grupos independientes pero organizados, con apoyo de la ciudadanía, que realizaban escaramuzas contra un potente enemigo jugando con maestría con el efecto sorpresa.
Carteladas, performances, flash mobs, videos, podcast…
Lograron ser un movimiento social, activistas artísticas, actuando de manera anónima, cubiertas por las máscaras peludas de gorilas, con minifaldas y medias de rejilla, en una pose rebelde muy punk. Se ponían el nombre de guerra de artistas ya fallecidas como Käthe Kollwitz o Frida Kahlo porque su deseo era que el foco de la acción estuviera en sus objetivos, no en su identidad o en su trayectoria artística particular.
Las propias integrantes del grupo decían que tomando como pseudónimos el nombre de artistas anteriores reivindicaban la necesidad de reescribir la Historia del Arte para que todas tuvieran su lugar.
Pero, además, era una forma de mantener su propio arte a salvo de represalias por parte del poderoso mercado del arte. Nunca se ha sabido quienes estaban detrás de estos pseudónimos. Su verdaderas identidades se han mantenido en secreto hasta ahora y en los años 80 causó intranquilidad en los circuitos artísticos neoyorquinos.
¿Eran artistas las Guerrillas Girls?
Miraban con recelo a cualquier mujer artista ya que no sabían si detrás de la dulce pintora con la que habían hablado se escondía una Guerrilla Girl.
Su imagen no casaba con la del estereotipo de feminista agresiva al uso porque sus acciones reivindicativas eran divertidas y festivas, siempre irónicas y ácidas pero sin perder la crítica social. La ironía y el humor aparecen siempre en sus intervenciones y la forma que tienen de interpelar al público es una combinación entre la imagen (dibujo, collage, fotos…) el texto y el color.
Eran los inconformistas años del punk y ellas fueron unas mujeres de su tiempo: protestonas, rabiosas y reivindicativas.
El fin de las Guerrilla Girls
La llegada del s. XXI marcó un punto de inflexión en el grupo que se escindió en dos. Este nuevo grupo tenía el mismo objetivo y las mismas motivaciones que el original, pero querían extender sus acciones fuera de Nueva York.
En cuanto a su producción gráfica, la publicidad la ha tomado como referencia en numerosas ocasiones.
La obra original, carteles, materiales gráficos y audiovisuales, han sido expuestos en museos de arte de todo el mundo. Han dado conferencias y participado en programas de televisión, radio, tertulias y mesas redondas. Sin embargo, varias décadas más tarde del inicio de sus acciones de protesta podemos comprobar que sus reivindicaciones no han tenido demasiado efecto en la presencia del arte creado por mujeres en los museos.
Su influencia contemporánea
La influencia de la Guerrilla Girls ha sido decisiva para el desarrollo de la obra de otras mujeres. Jenny Holzer, por ejemplo, tomó de ellas la idea de usar el espacio público y las herramientas de la publicidad para expresar su mensaje y otras se sirvieron de su manera de interpelar al público en sus acciones para crear sus propias performances.
La verdadera importancia de las Guerrilla no es cuantitativa, si no haber logrado la visibilización del problema, haberle puesto nombres, apellidos y números a una situación de desigualdad y haberlo hecho, además, con sentido del humor.