Como en casi todos los ámbitos a lo largo de la historia, los nombres que más sobresalen y los más conocidos son los de los hombres.
Aunque se está realizando una gran labor a la hora de descubrirlas, son muchas las mujeres que todavía se nos escapan, ya sea por desconocimiento popular o porque, simplemente, fueron cayendo en el olvido.
Las mujeres del pasado también escribían libro
Con motivo de la celebración, el próximo 23 del Día del Libro, hoy vamos a hablarte de algunas de las mujeres que quisieron dejarnos su huella en el papel, pero que fueron olvidadas. Escritoras con grandes textos que merecen ser recordados y leídos.
Egeria, escritora hispanorromana
Nacida muy probablemente en Gallaecia, Hispania, visitó algunos de los sitios conocimos como Santos Lugares (Egipto, Palestina, Siria, Mesopotamia, Asia Menor y Constantinopla) durante alrededor de 380.
Egeria plasmó estos viajes en su obra Itinerarium ad Loca Sancta, redactado en latín vulgar, lo cual ha servido no solo para conocer cómo lucían aquellos países sino también para estudiar la transición entre el latín clásico y el más tardío.
Aunque en el siglo XIX le atribuyeron estos escrios a Silvia de Aquitania, finalmente se consensuó que su autora era Egeria, gracias a una carta de San Valerio en la que se hacía referencia a ella, además de un resumen de su viaje que tiene muchos puntos en común con Itinerarium ad Loca Sancta.
Radegunda (s. VI)
Hoy Santa patrona de la ciudad de Poitiers (Francia), Radegunda fue una princesa franca gracias a su matrimonio con Clotario I, convirtiéndose en su cuarta mujer.
Este matrimonio fue terriblemente desdichado para Radegunda, que jamás quiso convertirse en reina de los francos, intentando incluso escapar por primera vez días antes de su boda. Lejos de amar a su marido, tuvo que soportar como éste asesinó al hermano de Radegunda, por lo que decidió regalar todas sus joyas y fundar el convento de Sainte-Croix en Poitiers, convirtiéndose en su primera abadesa.
Se conservan dos de los muchos poemas que se encontraban en el monasterio (actualmente desaparecidos), además de influir especialmente en Venancio Fortunato, obispo de Poitiers y biógrafo de Radegunda.
Dhuoda (s. IX)
Dhuoda fue una noble carolingia de antepasados gascones y aragoneses, que se casó con Bernardo de Septimania, primo de Carlomagno.
Aunque las causas exactas se desconocen, sí se sabe que en algún momento de su vida su marido la envió a Uzes, al sur de Francia, donde habría vivido el resto de sus días separada de su esposo.
Tuvo tres hijos: Regelindis, Guillermo y Bernardo, este último separado de ella al poco de nacer y enviado por su padre (y sin bautizar) a la corte de Carlos el Calvo como, supuestamente, muestra de lealtad hacia él.
Fue entonces cuando Dhuoda comenzó a escribir Manual para mi hijo, considerado primer tratado pedagógico de la Edad Media. En él, Dhuoda expone su doble sistema de valores: la nobleza y el servicio a Dios.
Hroswitha de Gandersheim
Hroswitha fue una canonesa y escritora alemana que refleja en sus escritos tanto grandes conocimientos de los padres de la Iglesia como de los clásicos latinos e incluso de evangelios apócrifos.
Sus poemas fueron descubiertos y publicados en el siglo XVI en forma de obra épica al incluir dos poemas bíblicos y seis leyendas de temas muy variados.
Sin embargo, a Hroswintha la conocemos por sus piezas dramáticas a la manera de Terencio, en los que llega a abordar temas como el amor sensual.
Eloísa, y su historia de amor prohibido
Eloísa fue probablemente la hija ilegítima de un noble de alta alcurnia, a la que enviaron a París para ser criada por su tío Fulberto. Su nombre va ligado al de Pedro Abelardo, su preceptor y posterior marido, cuya trágica historia de amor es de sobra conocida en Francia y que ya te contamos en uno de nuestros anteriores artículos.
Sin embargo, también se conoce a Eloísa por las Cartas a Abelardo, en las que refleja su pasión hacia quien fue el gran amor de su vida, junto a algunas reflexiones filosóficas muy adelantadas para su época.
Entre estas ideas destaca que el matrimonio era una forma más de sometimiento de la mujer, llegando incluso a compararlo con la prostitución femenina.
Bieiris de Romans (s. XIII)
Trobairitz (trovadora occitana) de la que, lamentablemente, no se conservan muchos datos. De hecho, el único manuscrito que se conserva de ella está firmado como «Bieiris de R.», presuponiéndose que hace referencia a Romans.
Este manuscrito, conservado en el cançoner (compilaciones de poesía trovadoresca) T, se conoce como Na Maria, pretz [e] fina valors y está dedicado a otra mujer, María, cuya identidad no se ha podido establecer.
Llama la atención que sea una mujer la que escribe una canción de amor a otra mujer, por lo que podríamos estar hablando de una muestra escrita de lesbianismo en la Edad Media, aunque algunos expertos sostienen que María haría referencia a la Virgen.
También existe la posibilidad de que no sea un texto sexual sino una manifestación de ternura o que incluso Bieiris sea, en realidad, el nombre de un varón.
Margery Kempe
Esta mística cristiana inglesa fue la autora de El libro de Margery Kempe, obra considerada por muchos como la primera autobiografía de la lengua inglesa.
Casada con 20 años, se cree que llegó a tener hasta 14 hijos, aunque muchos no sobrevivieron a la infancia. Tras el nacimiento de su primer hijo, Margery sufrió lo que se denominó como una locura que duraría ocho meses y tras la cual habría comenzado a mantener conversaciones con Jesús.
Estas alucinaciones empezaron a alterar incluso sus propios sentidos. Aunque jamás fue monja, llegó a comportarse como si fuese una, realizando peregrinaciones a lo largo de Europa y sufriendo, al mismo tiempo, el rechazo de numerosos coetáneos por las visiones que tenía.
Christine de Pizan (s. XIV-XV)
Primera escritora profesional de la historia, hay quienes consideran a esta veneciana como la precursora del feminismo occidental.
Se sitúa en el inicio de la llamada querella de las mujeres, un debate literario surgido en torno a la situación de las mujeres y su defensa frente a la situación de subordinación que marcaba la época. La decisión de dedicarse a la literatura de forma profesional la tomó tras quedarse viuda a la temprana edad de 25 años con tres hijos a su cargo.
Su popularidad pronto se incrementó y llegó a ser apoyada por muchos nobles de su época como los duques de Borgoña , el rey Carlos VI y su esposa la reina Isabela de Baviera. Muchos de sus poemas se basan en sus propias experiencias personales aunque, sin duda, sus textos más conocidos son aquellos en contra de las calumnias misóginas de Jean de Meung en el Roman de la Rose, una obra poética francesa dividida en dos partes, siendo Jean de Meung autor de esta segunda.
Christine de Pizan se retiró tras escribir Canción en honor de Juana de Arco, en el que defendía y reivindicaba los esfuerzos de las mujeres y la defensa de su propio sexo.
Así que recuerda el próximo 23 de abril que, por muchos nombres masculinos que salgan en tu libro de Literatura Universal, parte de la historia las escribieron ellas.
Muchas todavía permanecen en el anonimato y sólo están esperando que las rescatemos del olvido.
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