Cuando Virgilio le hizo un funeral a una mosca y se salvó de ser expropiado.
Hoy os vengo a contar sobre una de las mayores acciones realizadas en la política, el cómo salvó el poeta Virgilio Maro su herencia de las imparables manos del Poder, el día que celebró el funeral de una mosca.
Corrían los años del Segundo Triunvirato, que estaba formado por Octavio, Lépido y Marco Antonio. Durante este tiempo la situación en Roma estaba llena de crispación pero, gracias a los dioses, yo gozaba de un buen lugar afianzado en las más altas esferas.
Todo comenzó cuando un día, mientras permanecía leyendo en mi hogar en la colina del Esquilino (Collis Esquilinus), me llegó un mensaje de un funcionario amigo; el Segundo Triunvirato pensaba arrebatar tierras a latifundistas para dárselas a soldados retirados, ¿Os lo podéis creer? Sin embargo, tenía algo que podía aprovechar a mi favor; las tierras que albergaran suelo sagrado, es decir, enterramientos, no estarían afectadas por la nueva ley.
El entierro de una mosca
En ese mismo instante, se me ocurrió la brillante idea de enterrar a lo que a ojos de los demás sería mi mascota: una mosca. Con objeto de agravar el sentimiento que por ella sentía gasté miles de sestercios, en concreto, 800.000 en:
- Servicios funerarios que hicieran de la ceremonia una de primer nivel.
- Orquesta de cinco decenas de músicos y plañideras.
- Construcción de un grandioso mausoleo para conseguir la paz para mi mascota.
Además, por si fuera poco, convoqué a unos de los más reconocidos escritores, ¡Incluso el propio Mecenas pronunció un elogio a mi mascota! Todo esto llevó a que se hablara del funeral por semanas, desde los más ricos hasta los más humildes de los romanos (es más, a pocos se les había olvidado asistir) y, también, se me trató de loco.
Pero, ¿Sabéis? En un año esa demente concepción de mí se borró cuando descubrieron mis intenciones; efectivamente, cuando la ley se llevó a cabo mi patrimonio permaneció intacto y todo gracias a mi “mascota”.
De esta experiencia me llevé que hay que ser astuto en la sociedad romana porque, al igual que hoy en día, es lo que nos permite sobrevivir. Tampoco hemos de olvidar que necesario tener valor para enfrentarse a la adversidad.
Gratias vobis ago!
Audentes Fortuna iuvat.
Escrito por Virgilio