El lunes 6 de octubre el Instituto Karolinska anunció el ganador del Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2025. Los galardonados —Mary E. Brunkow, Fred Ramsdell y Shimon Sakaguchi— fueron reconocidos “por sus descubrimientos sobre la tolerancia inmune periférica”.
Este concepto, aunque suena muy técnico, encierra una de las claves de la vida: cómo el cuerpo aprende a no atacarse a sí mismo.
Los descubrimientos premiados
Todo comenzó a finales del siglo XX cuando el japonés Shimon Sakaguchi se atrevió a buscar una respuesta distinta a la que su generación de inmunólogos había aceptado durante décadas.
En una serie de experimentos decisivos, identificó un tipo peculiar de linfocitos, a los que bautizó como células T reguladoras —o Treg—, cuya función era precisamente impedir que el sistema inmunitario se descontrolara. Aquellas células, descubiertas casi por accidente, actuaban como una fuerza silenciosa de contención: sin ellas, los organismos entraban en un estado de autoinmunidad devastadora.
Poco después, desde otro punto del mapa, la genetista estadounidense Mary E. Brunkow y el inmunólogo Fred Ramsdell estudiaban un síndrome congénito raro que provocaba reacciones autoinmunes severas en niños.
El hallazgo del gen FOXP3, y su papel esencial en el desarrollo de las Treg, dio forma molecular a lo que Sakaguchi había intuido en el laboratorio. Brunkow y Ramsdell demostraron que cuando este gen falla, las Treg dejan de formarse y el sistema inmunitario pierde su brújula interna.
La convergencia de ambos caminos —el celular y el genético— culminó en una comprensión integral del fenómeno conocido como tolerancia inmune periférica: el mecanismo por el cual el cuerpo aprende a aceptar sus propios tejidos mientras mantiene la vigilancia frente a las amenazas externas.
Los galardonados al Nobel de Medicina 2025
Cada uno de los tres premiados encarna un aspecto distinto de esta historia de perseverancia científica.
Shimon Sakaguchi es una figura venerada en la inmunología japonesa. Su laboratorio en la Universidad de Osaka fue el escenario donde la hipótesis de las Treg se convirtió en certeza.
Mary E. Brunkow, genetista estadounidense, aportó el rigor molecular que hizo posible conectar la observación biológica con la genética. Su descubrimiento del FOXP3 fue, en su momento, una revolución.
Y Fred Ramsdell representa el puente entre la ciencia básica y la clínica. Sus investigaciones contribuyeron a validar el papel de FOXP3 en humanos, conectando los hallazgos del laboratorio con las enfermedades reales.
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