Crítica El Padrino (1972): Una obra maestra y el inicio de una trilogía irrepetible

Crítica El Padrino (1972): Una obra maestra y el inicio de una trilogía irrepetible

Considerada por la cultura popular como la mejor película de la historia, me adentro en ella tarde por mi reticencia al género al que pertenece, pero supongo que mejor tarde que nunca, y más si es con lo que Coppola consigue ofrecer.

Coppola y su epopeya cinematográfica: La perfección que definió una nueva era

¿Y qué ofrece Coppola? Pues una epopeya narrativa con un cuidado minucioso por esos detalles que determinan si una obra se convierte en maestra. En este caso, me resulta difícil encontrar un único fallo reseñable.

Después de más de 60 críticas y más de 1000 películas valoradas, son contados los casos en los que puedo afirmar con tal rotundidad la ausencia de errores y la avalancha de virtudes de tan alta calidad, más aún en el contexto cinematográfico en el que se estrenó dicha cinta.

Un contexto que demandaba un pulso renovado de esos aires de cine grande e importante. Coppola aceptó y cumplió con esa misión.

La boda de los Corleone: La perfección narrativa en 25 minutos

La escena inicial, la famosa escena de la boda, es una clase magistral de cómo introducir personajes y cómo, en 25 minutos, delinear las personalidades de una familia como la Corleone. Y desde ese momento, se desvelan las costuras de la familia Corleone: la evolución de ciertos personajes, la involución de otros, la decadencia propia de la coyuntura familiar, la violencia vinculada a las traiciones, la corrupción inherente a la mafia que arrastra hasta a los que se distancian de ella, e incluso al sueño americano.

Coppola, queriendo abarcar semejante cantidad de temas, logra no errar en ninguno.

La crisis de Michael: La complejidad de una identidad dividida

Coppola se centra en explorar esa crisis de identidad que sufre Michael, una crisis sobrevenida por la preocupante situación de su padre, y que llena de aristas su personaje. Aristas que permiten al espectador empatizar con la dicotomía que se le plantea.

Esa dicotomía, como todo en esta cinta, está ligada a una representación de familia fundamentada en la lealtad, en códigos que dejan de lado la lógica por el sentimentalismo que los une, una visión profundamente humana del comportamiento familiar. Esto propicia un cambio de personalidad en Michael, una alteración de su actitud y sensación respecto al espectador, algo verdaderamente intimidante.

Interpretaciones icónicas, música inolvidable y simbolismo visual

Toda esta perfección está directamente relacionada con dos titanes de la interpretación como Marlon Brando y Al Pacino, dos actores que ni parece que están interpretando. Es hipnótico, sobre todo el primero de ellos. Es la cara de la mafia en el cine.

Y todo esto podría quedarse en una perfección narrativa y argumental, pero no. Ya que Nino Rota compuso una banda sonora que resuena en las mentes de hasta quien no ha visto la cinta. De nuevo, consigue ser la música de la mafia en el cine.

A esta banda sonora se suma un simbolismo visual encastrado en la fotografía, que dice cosas, que trata al espectador como alguien astuto, una rareza en los tiempos que corren.

Un viaje único y una obra maestra

De obligado visionado, El Padrino (The Godfather) es una de las mejores películas de la historia, quizá la mejor, quizá no, pero es un viaje familiar tan creíble como irrepetible. Como forofo del cine, llega a ser frustrante semejante nivel de perfección, la ausencia de errores y la maestría del séptimo arte en tantos aspectos, un trabajo atemporal de Francis Ford Coppola.

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