Dirigida por Halina Reijn
Babygirl goza de un sano espíritu lúdico desde una perspectiva valiente.
Mientras avanzan los minutos, se oyen buenas canciones que se deslizan entre juegos sexuales de los protagonistas. La historia de una alta ejecutiva de una corporación que fantasea con un pasante más joven la hemos visto otras veces. Recuerdo Acoso sexual (1994), donde una fabulosa Demi Moore (La sustancia) acosaba al pobre de Michael Douglas. Aburrida y moralizante, se hizo conocida por mostrar unos avances de la realidad virtual.
En Babygirl la anécdota es al revés, el subordinado lleva la iniciativa con Nicole Kidman, pero hay una gran diferencia, estos encuentros son consensuados y ella se deja esclavizar porque (la lectura superficial) desea experimentar no estar al mando.
Referencias a otras películas precursoras
Recuerdo otras cintas como Nueve semanas y media (1986) donde otra chica se dejaba seducir y donde el galán se pasaba de revoluciones, quizás Kim Basinger también perdía el control y vislumbro otro filme de sumisión, Secretaria (2002) donde Maggie Gyllenhaal dejaba una institución psiquiátrica y hacía tareas poco ortodoxas para su empleador.
El denominador común de estos filmes era el sexo consentido para dar rienda suelta a fantasías que tienen que ver con satisfacer el centro de recompensa del cerebro.
Una explicación científica
Los desequilibrios de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina serían las probables causas de esa búsqueda de placer inmediato, desequilibrios que también pueden relacionarse con liderazgo y ciertos rasgos de inteligencia.
En Babygirl, una subordinada amenaza a Kidman veladamente para que ella asuma su papel de mujer ejemplar que abrirá el camino a otras mujeres y toda esa monserga progresista del feminismo actual.
Al final, el personaje se confiesa ante su marido, la situación se ha salido de control, y cuando su jefe la ve vulnerable la invita a una noche íntima. Nicole Kidman sabe lo que vale como mujer y también sabe que su intimidad le pertenece. Deberá aprender a canalizar esos deseos de una forma más constructiva, de manera de no afectar a su familia.
Esos desequilibrios pueden incluso ser los detonantes de enfermedades mentales, pero Halina Reijn jamás juzga a los personajes y permite que disfruten de su sexualidad, aunque sea de una forma poco convencional.
Una visión desprejuiciada del sexo
«La sexualidad verdadera aniquila al ego», teorizó Sabina Spielrein al ser rescatada de sus tormentos por Carl Jung. Supongo que ese rasgo de la personalidad es el que establece los límites sociales, pero también es cierto que es sano disfrutar del sexo. Sin embargo, cuando se alteran los químicos que controlan el placer y la sensación de felicidad, ser responsable ante los otros y saber dosificar el deseo se vuelve cuesta arriba.
En el disfrute del sexo hay algo de temporalidad. Transgredir ciertos límites será placentero hasta que deje de serlo y para sobrepasar esos límites es muy razonable hacerlo con una persona abierta de mente y generosa de espíritu. «La sexualidad verdadera aniquila al ego», Nicole Kidman (en una notable actuación) pulveriza las barreras sociales y expone su vulnerabilidad ante otro ser humano porque ese otro le permite sentirse más plena.
Una apuesta valiente y contracultural
El ego no existe en ese instante donde goza de su cuerpo y ofrenda parte de su satisfacción al otro desprejuiciado.
Babygirl aparentaba ser otra película ochentera y a cambio muestra una exquisita forma de experimentar la libertad, de manera desprejuiciada, de alguna forma contraviniendo las normas feministas de ese otro personaje nefasto, esa subordinada incapaz de sobresalir por sus propios méritos que prefiere endosarle la responsabilidad de género a otra mujer.
Ficha Técnica
Dirección: Halina Reijn
Guion: Halina Reijn
Reparto: Nicole Kidman, Harris Dickinson, Antonio Banderas.
Género: Drama Erótico
Calificación de Babygirl: 7/10