La poesía de Bécquer en tiempos de revolución

La poesía de Bécquer en tiempos de revolución

«Volverán las oscuras golondrinas, en tu balcón sus nidos a colgar,y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán«. Así comienzan las dos primeras estrofas de uno de los poemas más famosos de la literatura en lengua española: la Rima LIII de Gustavo Adolfo Bécquer.

Pero, ¿se imaginan que el poema no fuera así? Pues es posible, incluso verosímil, que gran parte de la producción poética de Bécquer y de sus aclamadas Rimas hubiera tenido otras palabras, ya que el manuscrito original se perdió.

Así es, lo que hoy leemos no es exactamente lo que él concibió en un primer momento. Vayamos al origen de esta historia.

Gustavo Adolfo Bécquer y Luis González Bravo

Gustavo Adolfo Bécquer vivió en un periodo de intensos cambios políticos en España, incluyendo el Sexenio Democrático (1868-1874). Durante este tiempo, ocurrieron eventos trascendentales como la Revolución de 1868, el destronamiento de Isabel II, la instauración de la Primera República y la posterior restauración borbónica.

En este contexto, Bécquer mantuvo una estrecha relación con Luis González Bravo, el último presidente del gobierno de Isabel II y uno de los políticos más reaccionarios de su tiempo.

González Bravo era un conservador acérrimo, conocido por su censura a la prensa y su feroz oposición a los movimientos progresistas. Actuó como protector de Bécquer, otorgándole cargos en la administración y apoyo económico. Gracias a él, Bécquer obtuvo en 1864 un puesto como censor oficial de novelas en Madrid, lo que le garantizó estabilidad económica temporal y le permitió publicar en revistas de la época.

Sin embargo, con la Revolución de 1868 y la caída de Isabel II, González Bravo huyó al exilio y Bécquer perdió su trabajo y su red de apoyo. Durante el Sexenio Democrático, el poeta vivió en la precariedad, su salud se deterioró y murió en 1870 en circunstancias difíciles.

La pérdida del manuscrito de «Los Gorriones»

Entre todos los males que azotaron a un Bécquer caido en desgracia hay que destacar uno que ocurrió en septiembre de 1868. Cuando la Revolución Gloriosa derrocó a Isabel II y su protector Luis González Bravo tuvo que huir precipitadamente, el escritor sevillano se enfrentó a la desaparición del manuscrito original de Los Gorriones, que posteriormente se publicó con el título de Rimas y Leyendas.

Se dice que González Bravo, quien tenía en su poder el manuscrito para escribir un prólogo, albergó a Bécquer en su casa por la tensa situación en Madrid. Cuando la residencia del ministro fue asaltada por los revolucionarios, los papeles del poeta desaparecieron, incluyendo el manuscrito con una primera versión de sus Rimas, junto con otros escritos.

Devastado, Gustavo Adolfo tuvo que reconstruir su obra a partir de fragmentos y recuerdos. La versión final que conocemos hoy no es la misma que él concibió originalmente, lo que supone una pérdida irreparable para la literatura española.

¿Fueron Bécquer y su hermano los autores de Los Borbones en Pelota?

Las conexiones de Bécquer con la política no terminaron ahí. En los meses posteriores al derrocamiento monárquico, aparecieron unas ilustraciones satíricas tituladas Los Borbones en Pelota, que ridiculizaban a Isabel II y su corte.

Publicadas de forma clandestina entre 1868 y 1869, estas acuarelas y caricaturas mostraban escenas de corrupción, lujuria y decadencia, con alusiones a los amantes de la reina y los excesos de la monarquía.

A lo largo del tiempo, se ha especulado sobre la identidad de sus autores, y algunos investigadores han señalado a Gustavo Adolfo y Valeriano Bécquer como los posibles responsables. Existen varios indicios que los vinculan al proyecto:

  • El estilo artístico de las ilustraciones se asemeja al de Valeriano Bécquer, reconocido pintor y caricaturista.
  • La motivación económica: tras la caída de Isabel II, los hermanos quedaron en una situación precaria, lo que pudo llevarlos a participar en un proyecto tan polémico.
  • Su relación con círculos satíricos: los Bécquer frecuentaban ambientes artísticos y literarios donde se gestaban críticas políticas.
  • Posible venganza: Bécquer había visto su proyecto Historia sobre los templos de España cancelado sin subvención tras el primer tomo dedicado a Toledo.

Aunque no hay pruebas concluyentes de su autoría, la teoría sigue siendo plausible y ha sido ampliamente debatida por historiadores.

Bécquer no fue un político activo ni un escritor comprometido con ninguna causa, pero su entorno lo vinculó a ciertos sectores. Tuvo un pensamiento aparentemente conservador, aunque con matices. Su estrecha relación con González Bravo lo alineó con los sectores más reaccionarios del gobierno isabelino, pero esta relación parece haber sido más pragmática que ideológica.

La transformación de España

El Sexenio Democrático (1868-1874) representó uno de los periodos más convulsos de la historia española. La Revolución Gloriosa de 1868 marcó el inicio de una etapa de experimentación política en la que se sucedieron distintos regímenes: desde un gobierno provisional hasta la Primera República, pasando por la monarquía de Amadeo I.

Los intelectuales y escritores de la época reaccionaron de diversas maneras. Mientras que figuras como Emilio Castelar y Francisco Pi y Margall defendían los ideales republicanos y la democratización del país, otros, como Juan Valera y José Zorrilla, mostraban posturas más moderadas o monárquicas. El periodismo se convirtió en un arma clave en el debate político, con publicaciones como La Discusión o El Imparcial, donde se plasmaban las tensiones ideológicas del momento.

Volverán las oscuras golondrinas

en tu balcón sus nidos a colgar,

y otra vez con el ala a sus cristales

jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban

tu hermosura y mi dicha a contemplar,

aquellas que aprendieron nuestros nombres…

¡esas… no volverán!

El auge del krausismo en España también dejó una huella en este periodo. Intelectuales como Francisco Giner de los Ríos abogaron por la reforma educativa y la modernización del pensamiento, sentando las bases para la Institución Libre de Enseñanza. Esta corriente influiría en generaciones futuras de escritores y pensadores, conectando la transformación política con la evolución cultural del país.

En conclusión, Bécquer no fue un intelectual militante. Su falta de afiliación política y su desencanto con la realidad lo llevaron a reflejar en su obra una visión melancólica y desengañada.

Su vida y su obra son el reflejo de un tiempo convulso, de una España en crisis y de un poeta que, ajeno a las disputas ideológicas, legó a la humanidad versos que siguen emocionando generación tras generación.