El siglo XIX en Europa fue una época en la que las revoluciones estaban a la orden del día, y los gobiernos se sucedían en el cargo uno tras otro sin tiempo para poder actuar. En España esta inestabilidad se vio reflejada en el Sexenio Democrático (1868-1874).
En apenas seis años, España pasó por una monarquía absolutista en crisis (con Isabel II), un gobierno provisional, la instauración de la Primera República y un reinado final de un italiano que no pintaba nada (Amadeo de Saboya).
El declive del reinado de Isabel II
Isabel subió al trono con apenas 3 años de edad, y desde el principio se vio envuelta en guerras internas por el poder. Su padre Fernando VII se había ganado muchos enemigos y estuvo siempre bajo la sombra de la inestabilidad. Su tío amenazaba con quitarla el poder. Los liberales y los absolutistas se peleaban en los despachos y en las calles. Incluso los realistas absolutistas se peleaban con los realistas más moderados.
Las facciones moderadas y las liberaes se unieron en un principio para apoyar al bando isabelino y legimitar el reinado de Isabel II frente a la rama más absolutista de su tío Carlos, pero esto duró poco. El fracasó en la gestión política y los escándalos de corrupción constantes fueron creando un caldo de cultivo para un más que probable Golpe de Estado.
Pero todo se agravó en la década de 1860. La falta de lluvia generó malos cultivos y el descontento aumentó entre las clases más populares. Ya no eran solo unos pocos liberales los que se oponían a la reina, sino también el pueblo.
Varios militares comenzaron entonces una serie de negociaciones secretas y tramas que consiguiesen acabar con la reina Isabel II, a la vez que varios intentos de golpe de estado fracasados. El Pacto de Ostende fue el nexo de unión entre todos ellos, y el causante del levantamiento militar de Juan Prim y Francisco Serrano, conocido como La Revolución Gloriosa.
La revolución conocida como La Gloriosa comienza el 18 de septiembre de 1868 con el pronunciamiento de la Armada en Cádiz, al mando del almirante Juan Bautista Topete y del ejército dirigido por los generales Juan Prim y Francisco Serrano.
El primer gobierno provisional del Sexenio Democrático
Tras la huída a Francia de Isabel II, el general Francisco Serrano fue el encargado de formar gobierno y ponerse de acuerdo con las diferentes partes políticas del momento.
Serrano se quedó como presidente de este Gobierno Provisional, Juan Prim como Ministro de Guerra, Sagasta de Ministro de Gobernación (equivalente al actual Ministerio del Interior), Juan Bautista Topete de ministro de Marina.
A nivel político los unionistas se quedaron con 2 sillas (Serrano y Topete), los progresistas otras dos (Prim y Sagasta). Los demócratas por su parte rechazaron el puesto que les ofrecieron, por lo que quedaron fuera del gobierno.
Nombre | Puesto | Bando político |
General Francisco Serrano | Presidente | Unionista |
Juan Prim | Ministro de Guerra | Progresista |
Práxedes Mateo Sagasta | Ministro de Gobernación | Progresista |
Almirante Juan Bautista Topete | Ministro de Marina | Unionista |
El trabajo principal de este gobierno fue establecer una Constitución de corte liberal que garantizase los derechos fundamentales peleados en la época y sentase las bases para una monarquía parlamentaria, agradando tanto a los liberales como a los monárquicos.
Las reformas que trajeron en el primero año de este sexenio vienen marcadas por la introducción del Sufragio Universal Masculino (podían votar todos los mayores de 25 años) o la abolición de la esclavitud. También se estableció la libertad de prensa, adoptaron el sistema métrico decimal, se marcó la peseta como moneda oficial y se tomaron medidas económicas para reducir el déficit público.
A pesar de las buenas intenciones y los avances legislativos comentados, la inestabilidad persistió, y a fianles de 1870, Serrano tuvo que buscar un nuevo candidato al trono del Reino de España. Y aquí empezaron los problemas.
El reinado de Amadeo de Saboya
Las peleas entre los unionistas y los progresistas sobre el nuevo rey duraron meses. Unos querían mantener al hijo de Isabel II (el futuro Alfonso XII), otros querían un rey con más poder a nivel europeo, otros al rey de Portugal, otros poner a un general y crear una nueva estirpe real, y otros (los demócratas) querían una república federal.
Incluso Otto von Bismark se meterió en la pelea, proponiendo al alemán Leopold de Hohenzollern-Sigmaringen. Pero esta candidatura se descartó cuando el 19 de julio de 1870 se desata la Guerra Franco-Prusiana.
Italia por su parte había terminado la unificación ese mismo año, y el rey Víctor Manuel II quiso extender su control a la Península Ibérica, por lo que nombró a su propio hijo como candidato al trono de España.
Finalmente Amadeo de Saboya fue elegido rey de España por un 61% de los votos, en un intento de instaurar una monarquía constitucional moderna.
Pero su reinado estuvo marcado por la hostilidad de los carlistas (comenzó la Tercera Guerra Carlista) y las insurrecciones republicanas. Ante la imposibilidad de gobernar con estabilidad, Amadeo I abdicó en 1873, dejando el país al borde del caos.
La Primera República (1873-1874)
Con la marcha de Amadeo I, las Cortes proclamaron la Primera República como última opción, con Estanislao Figueras a la cabeza. Comenzaban los últimos años del sexenio Democrático.
Esta nuevo gobierno se enfrentó desde el inicio a un clima de extrema inestabilidad y la falta de unidad entre los republicanos. Unionistas, intransingentes, moderados, federalistas… cada uno quería instalar un modelo político diferente y no fueron capaces de llegar a un acuerdo mutuo.
Principalmente los republicanos unitarios defendían un Estado centralizado, y los republicanos federalistas buscaban una estructura autonómica para España basada en cantones. En un punto medio se encontraban Emilio Castelar y Nicolás Salmerón, que querían la formación de una república democrática que diera cabida a todas las opciones liberales.
Al mismo tiempo, el movimiento obrero ganó protagonismo, influyendo en la radicalización de las luchas sociales y debilitando aún más la estructura del Estado.
Además, las potencias extranjeras siguieron con atención los acontecimientos, aunque sin intervenir de manera directa.
El golpe de Estado de Pavía y el fin de la República
El desorden político alcanzó su clímax en 1874, cuando el general Manuel Pavía irrumpió en las Cortes y disolvió el gobierno republicano. Este golpe de Estado marcó el fin de la Primera República y allanó el camino para el regreso de la monarquía borbónica.
El general Martínez Campos encabezó el pronunciamiento que restauró la dinastía borbónica en la figura de Alfonso XII, hijo de Isabel II. Con ello, se puso fin al Sexenio Democrático y se estableció un nuevo régimen que pretendía estabilizar el país tras años de caos y fractura política.
A pesar de su fracaso inmediato, el Sexenio Democrático dejó un legado fundamental en la historia de España. Introdujo principios democráticos en la cultura política, impulsó el debate sobre la república y el federalismo y contribuyó a la evolución del movimiento obrero y socialista en las décadas siguientes.