Lucrecia nació en 1480, y fue la tercera hija del cardenal arzobispo de Valencia Rodrigo Borgia (que más tarde se convirtiría en el Papa Alejandro VI), y hermana de Cesare Borgia y Juan Borgia.
Miembro de una de las familias que mejor representó la política del maquiavelismo, los asesinatos y la corrupción sexual, la vida de Lucrecia está marcada por los rumores y las conspiraciones (se casó 3 veces y asesinaron a 2 de sus maridos).
Se rumoreó incluso que Lucrecia tuvo por amante a su hermano César Borgia, de quién supuestamente quedó embarazada.
Pues con semejante historial, los relatos que se cuentan sobre su persona son muchas, y la verdad o la ficción se pierde entre las páginas de su vida.
Los rumores de los Borgia
La figura de Lucrècia está teñida de prejuicios y tintes novelescos, y los testimonios documentales fiables son insuficientes. No se conoce ningún retrato de ella, aunque una serie de pinturas o retratos se cree que la usaron como modelo.
Los crímenes de su familia fueron muchos, pero poco se conoce sobre la participación (o no) de Lucrecia en ellos. Corren los rumores, pero no podemos tener certeza sobre la veracidad de las historias que se le atribuyen una participación activa en los supuestos crímenes de su padre o su hermano.
Uno de los dos con seguridad le concertaron una serie de matriminios con hombres importantes y poderosos de la época, siempre con las ambiciones políticas de la familia por delante.
Boda con Giovanni Sforza
Siendo su padre arzobispo de Valencia, Rodrigo Borja utilizó el matrimonio de su hija como una forma de afianzar a la familia en el poder, planteando a diferentes nobles españoles.
Pero en cuanto este consiguió ser elegido papa quiso aspirar a más y rompió las relaciones con todos los candidatos valencianos, centrando ahora la búsqueda en familias italianas importantes.
En este juego de nombres apareció el cardenal Ascanio Sforza proponiendo al Papa a su sobrino Giovanni Sforza, señor de Pesaro. Con este matrimonio se aseguraban una alianza defensiva que permitiese a los Estados Pontificios defenderse de la inminente invasión francesa de Carlos VIII.
Y así llegamos hasta 1493, año en el que oficializó la unión entre Giovanni Sforza (de 27 años) y Lucrecia Borgia (de 12 años).
Supuestamente, cuando Lucrecia vio por vez primera a Giovanni, se negó a casarse, pues el novio era varios años mayor y cojeaba. Ya casada, su rechazo remitió y le tomó afecto.
Al año siguiente ocurrió el llamado descenso de Carlos VIII a Italia, una incursión militar que permitió al rey francés conquistar toda la península itálica, llegando hasta las puertas del mismo Nápoles.
En medio de este caos político y con el miedo a perder su influencia, el papa Borgia decidió olvidarse de los milaneses y buscar apoyo en Aragón, poniéndose de parte de los napolitanos en las luchas internas. Alejandro VI necesitaba nuevas alianzas más ventajosas, motivo por el que ordenó el asesinato del marido de su hija.
La marcha de los Sforza
César Borgia avisó de esto a Lucrecia y ella a su vez se lo comunicó a su esposo, quién huyó de Roma.
El Papa pidió al tío de Giovanni, el Cardenal Ascanio Sforza, que convenciese a su sobrino de anular el matrimonio, a lo que se negó. Además acusó a Lucrecia de incesto con su padre y su hermano.
Dado que el matrimonio no se consumó, el Papa dijo que era un matrimonio no válido y ofreció a Giovanni la dote de Lucrecia si mostraba su acuerdo con la anulación. Los Sforza amenazaron a Giovanni con retirarle su protección si no accedía.
Al no tener otra alternativa, Giovanni firmó ante testigos una confesión en la que admitía ser impotente, lo que equivalía a consentir la anulación de la boda.
La leyenda negra sobre Lucrecia Borgia
Después de ser elegido Papa bajo el nombre de Alejandro VI, su padre Rodrigo Borgia empezó una persecución contra su hija con el fin de difamarla, naciendo así la leyenda negra de Lucrecia.
Tras la separación de Giovanni, y mientras se preparaba la anulación, Lucrecia etuvo recluida en un monasterio y su única relación con el exterior era mediante mensajes que le enviaba su padre por medio de Perotto, su chambelán.
En 1501 el Papa Alejandro VI emitió dos bulas: en la primera reconocía al niño como hijo de César, hermano de Lucrecia, y en la segunda, que se mantuvo secreta durante años, lo reconocía como hijo suyo.
Las bulas no mencionan a Lucrecia como madre, aunque, al poco tiempo, Perotto dijo que era de él.
Hijo secreto con su hermano
En 1502, César, en apoyo a esta paterrnidad, nombró al niño Duque de Camerino, una de sus conquistas, de ahí que heredara este ducado el hijo mayor de el Duque de Romaña.
Sin embargo, al poco de la muerte de Alejandro VI, Giovanni fue a vivir con Lucrecia a Ferrara donde se le reconoció como hermanastro.
Hasta aquí los hechos, ahora vienen las interpretaciones.
La creencia más difundida es que el niño era fruto de su incestuosa relación con César, y que Perotto, dada la debilidad que sentía por ella, se adjudicó la paternidad del niño.
Durante su embarazo, Lucrecia estuvo encerrada en un convento lejos de Roma, de modo que nada se pudo saber sobre su estado.
Según esta teoría Lucrecia estaba más preocupada por la posibilidad que se supiera que estaba embarazada y que esta noticia llegase a Roma, ya que todos sabrían que era hijo de César, quién en esa época era Cardenal de la Santa Iglesia y, que si hubiera tenido una relación ilícita con su hermana mientras ella estaba casada, habría sido difícil ocultarlo, especialmente a su padre.

Lo más probable, es que fuese hijo de su primer marido, Giovanni Sforza. Dado que la anulación del matrimonio, se basaba en la impotencia de este y por tanto en la no consumación del matrimonio, no sería beneficioso para los Borgia que el niño fuese reconocido como fruto de este matrimonio.
La boda con Alfonso de Aragón
En el primer encuentro que existió entre César Borgia y Alfonso de Aragón, antes de la boda, César quedó muy impresionado por él y por su aspecto. Además, la boda suponía una alianza muy beneficiosa para los Borgia.
Con el tiempo esa alianza se volvió políticamente adversa, entre otros motivos por las intrigas de los Borgia. César mandó matar a Alfonso, quién fue atacado una noche, quedando herido de gravedad.
En venganza los hombres de Alfonso dispararon a César con sus arcos cuando caminaba por el jardín. César de nuevo juró venganza.
Lucrecia al corriente de todo, no se separa del lecho de su esposo hasta que, engañada por su hermano, salió de la habitación, lo que sirvió a un hombre de confianza de César para asesinar a Alfonso.
Obviamente la leyenda negra narra otra versión. Acusando igualmente a César del asesinato pero por celos. Con la boda, Lucrecia habría dejado de prestar atención a su hermano. Para colmo, César tuvo un rebrote de sifilis del que le quedaron cicatrices en el rostro. Una vez que se curó, éstas le acomplejaron y comenzó a usar máscaras y a vestir de negro.
Supuestamente, este aspecto hizo que odiara más a Alfonso, quién era más atractivo, de modo que en una visita realizada en Roma, los hombres de César le atacaron y sucedieron los hechos ya mencionados.
Este matrimonio fue el más feliz de Lucrecia.
Nueva boda, con Alfonso I d’Este
Tras cumplir el estricto luto por su marido, Lucrecia volvió a Roma, y con ella el baile de nombres para encontrarla un pretendiente. La primera propuesta fue del duque de Gravina, que fue rechazado por Lucrezia.
En ese momento es nombrada Administradora de la Iglesia y de la Santa Sede (decisión que fue muy criticado dada su juventud e inexperiencia).
Para entonces su fama no podía ser peor y cuando se piensa en casarla con un la familia D’Este, duques de Ferrara, la familia de él se niega.
No obstante, los Borgia insisten y, tras una negociación en la que prima el control de poder y dinero, se retractan de la decisión y se acepta la unión.
Lucrecia se convierte en Duquesa de Ferrara. Durante su estancia allí, se descubre como amante de las artes, tiene una relación platónica con el poeta Bembo II y cuida de sus hijos. Lucrecia intentó llevar a la corte de Ferrara al hijo que tuvo con Alfonso de Aragón, Rodrigo, pero su marido se opuso, teniéndo que vivir con Isabel de Aragón.
Con ella moriría en 1512, muerte que entristeció a Lucrecia, que durante un tiempo se recluirá en el convento.