Si a una persona se le encarga diseñar el plano de una ciudad desde cero lo más probable es que haga una cuadrícula ortogonal. De los que no, la mayoría la hacen con círculos concéntricos. Me atrevería a afirmar que los que no entran en ninguno de esos dos grupos harían algún tipo de geometría en la que está presente una cierta simetría.
Esto se debe a que la retícula es la manera de organiza un espacio vacío. Y todos los que han tenido esa necesidad alguna vez lo sabe muy bien. Desde la Grecia Clásica hasta los ensanches del siglo XX y los barrios modernos del XXI. El caos surge de forma natural, y el orden de manera artificial.
El que se podría decir que es el primer ejemplo de esto es el puerto de El Pireo. En tiempos de Pericles la ciudad de Atenas necesitaba un aumento urbanístico, y se le encargó a Hipodamo de Mileto la creación de un gran espacio de viviendas en el puerto de el Pireo.
Hipodamo recurre a una trama ortogonal, con calles perpendiculares entre sí. Esta planificación responde tanto a un orden geométrico como a una explicación socio-política. Y es que Atenas era una ciudad democrática, y mediante la retícula se daba a todos los ciudadanos la misma cantidad de terreno (frente a otras ciudades concéntricas en la que lo más importante (divinidad, gobernador…) se sitúa en el centro).
Esta técnica urbanística se siguió utilizando por culturas posteriores, especialmente en el Imperio Romano. Aunque la ciudad de Roma, la metrópoli, no es un ejemplo de esto (al igual que tampoco lo era Atenas), sí se ve claramente la influencia ippodamea en todas las ciudades que fundaron.
Roma contaba con muchas legiones, y cada legión tenía unas 6000 personas. Y muchas veces los generales contaban con varias legiones juntas (Julio César llegó a mover a 5 legiones a la vez, 30.000 personas). Por ello cuando una legión quería hacer noche en algún sitio no lo hacía de cualquier manera, diciendo a los soldados que pongan las tiendas donde más les apeteciese.
Establecían dos calles principales (el cardo maximus y el decumanus maximus), perpendiculares entre sí, y a partir de ahí las demás calles, paralelas al cardo y al decumanus. Esta organización fue usada para ordenar los asentamientos y las ciudades que creaban en los territorios que conquistaban. Las únicas diferencias eran que en el centro estaba el foro (en vez de la tienda del que estuviese al mando de la legión) y que no se vivía en barracones sino en casas.
Nos adelantamos más de 700 años en la historia y llegamos a las colonizaciones de América por parte de los europeos. Los colonos siguen, en líneas generales, una ordenación del terreno similar a la que usaron los romanos. Establecen dos vías principales y a partir de ellas organizan la ciudad. En el centro se sitúa la plaza y alrededor de esta los edificios significativos de la ciudad (catedral, ayuntamiento, cárcel, casa del gobernador…).
Los terrenos más codiciados son los qué más cerca del centro están, pues se pueden defender mejor en caso de ataques de indígenas o de enemigos. Para solucionar ese problema se aumenta el tamaño de las parcelas según se van alejando del centro (cuanto más lejos más desprotegido pero con más espacio). Estas variaciones no son enormes, pero suficientes para plantearse vivir en las periferias.
Durante la Edad Moderna y la Contemporánea y a pesar de todos los cambios socioculturales que ha habido, la retícula ortogonal y la simetría siguen siendo los elementos predominantes en las ciudades utópicas y en las nuevas ciudades que se crean.