Nos remontamos a mayo de 1937, mes en el que Juan Negrín llegó a la presidencia del gobierno republicano, en plena Guerra Civil Española, sucediendo a Largo Caballero. La República se encontraba al borde del colapso. Las derrotas militares iban dejando al gobierno de Madrid cada vez más aislado, y eran necesarios los refuerzos exteriores si querían aguantar.
Negrín puso en marcha toda la fuerza diplomática que tenía y buscó aumentar la alianza con el PCE, al mismo tiempo que preparaba un plan de paz negociada beneficioso para la República.
Los 13 puntos de Negrín
El 30 de abril de 1938 el presidente presentó públicamente un documento con las líneas (moderadas) de su programa de gobierno, conocido como los trece puntos de Negrín.
Estos trece puntos (también llamado “Programa de Unión Nacional”) pretendían ser las condiciones mínimas para terminar la guerra mediante un acuerdo político.
¿Qué contenían los trece puntos?
El documento resumía las metas del gobierno de Negrín. Entre los aspectos más destacados estaban:
- Independencia nacional y fin de la intervención extranjera: España debía ser “libre de militares extranjeros invasores”.
- Restauración de la República democrática: Mantener el régimen republicano con un gobierno de plena autoridad y convocar un plebiscito ciudadano para decidir la forma jurídica y social del Estado.
- Derechos regionales y ciudadanos: Garantizar libertades regionales (bajo unidad nacional), conciencia ciudadana libre y protección de la propiedad legítima.
- Reformas sociales: Avanzar en la reforma agraria (“democracia campesina”), asegurar los derechos de los trabajadores y el mejoramiento educativo, cultural y sanitario de la población.
- Ejército apolítico y paz: Mantener un ejército neutral (“al servicio de la Nación”), renunciar a la guerra como instrumento de política y conceder una amplia amnistía para quienes deseen colaborar en la reconstrucción de España.
Estos puntos, moderados en lenguaje, fueron presentados como la «Declaración de Principios» del gobierno republicano.
Reacción y consecuencias
La oferta de paz contenida en los trece puntos no tuvo eco. Franco, vencedor en el frente de Aragón y cerca de la victoria militar, rechazó inmediatamente cualquier negociación “honrosa” y exigió la rendición incondicional.
Según las crónicas, la propuesta “era inaceptable para alguien que, como Franco, se había sublevado precisamente contra una república democrática”, y él “no buscaba la paz, sino la victoria”. Mientras tanto, las democracias occidentales ignoraron el plan; Francia y Gran Bretaña, fieles al apaciguamiento con Hitler, se negaron a apoyar públicamente la iniciativa.
La Unión Soviética, al ver el rechazo de los aliados, interpretó los trece puntos como un signo de debilidad republicana y comenzó a reducir su ayuda militar al gobierno de Negrín.
Así, con los Trece Puntos desairados por Franco y sin respaldo internacional, la guerra continuó hasta principios de 1939. La caída de Cataluña en enero selló el destino de la Segunda República: el «plan conciliador» de Negrín fracasó y poco después Franco consumó su victoria total.