LA DOBLE VIDA DE VERÓNICA (1991)

LA DOBLE VIDA DE VERÓNICA (1991)

Dirigida por Krzysztof Kieślowski

Por Aníbal Ricci

La anécdota es sencilla, dos mujeres que viven a mil kilómetros de distancia, una en Polonia y la otra en Francia, experimentan la realidad de forma similar. Ellas han nacido el mismo día, presumiblemente a la misma hora, vendrían siendo unas gemelas astrales.

El guion firmado por el propio Kieślowski y su colaborador habitual Krzysztof Piesiewicz podría pecar de naíf, incluye cierta alegoría expresada a través de cuentos y marionetas.

El director ha escogido un tema astrológico-espiritual, donde existe una delgada línea entre lo simple y lo complejo. Prefiero entender lo complejo como algo armónico y profundo, la anécdota no debe ser sobreexplicada.

Veronika vive en Cracovia y Véronique en París. La primera es una admirable soprano, de gran sensibilidad, que sufre de una afección cardiaca que comparte con Véronique. Un día Veronika sufre un desmayo en pleno concierto y muere sobre el escenario.

Véronique siempre ha percibido otra presencia y en ese instante siente que ha quedado sola.

En la primera parte, hasta el momento de la muerte, el leitmotiv es evidente y la música cumple un rol principal, con una partitura a cargo de Zbigniew Preisner, otro destacado colaborador de este director polaco. A partir de la segunda parte sólo unas notas recordarán aquella emoción que une a estas dos mujeres.

Kieślowski emplea una paleta de colores muy cálidos, donde predominan el ocre, el verde y el rojo. Son colores sensuales que contagian por su sonoridad y por la manera intensa en que ellas disfrutan del sexo.

Véronique, ante ese evento inexorable, deja sus clases de canto y se dedica a impartir clases de música. Atesora las experiencias de su gemela e incluso su manera de besar es de una misma sensibilidad. Presiente dónde debe acudir, una voz interna la lleva al lugar donde el marionetista la espera, ella siempre ha sabido lo que debe hacer.

El guion no explica en demasía porque el tema es profundo y deja al espectador las digresiones racionales. En cambio, el director nos sumerge en un viaje sensorial, recurriendo a escenas de sexo muy hermosas y encuadres dignos de una pintura expresionista.

Como espectador intuyo la existencia de un inconsciente colectivo (Carl Jung), ese algo en el aire que permite que compartamos información del pasado y futuro de la vida de los seres humanos que poblaron y poblarán el planeta. Es un concepto que refleja armonía en nuestras decisiones y una idea profunda de bienestar espiritual compartido por toda la raza humana, en este caso, la vida de estas dos gemelas astrales es exacerbada por un sentir casi idéntico, que le permite a la sobreviviente disfrutar del arte y sus sentidos con gran plenitud.

Ya sea un cuento, unas marionetas o esa melodía presente en todo el metraje, Véronique accede a otra sensibilidad y sublima su experiencia corporal a través del arte.

Es una película bellísima, la mejor manera de disfrutar esta historia es a través de este montaje cinematográfico ejecutado con gran maestría por Kieślowski y su enjambre de colaboradores, quienes proyectan esta fantasía para que accedamos a un significado superior.

9/10 - (1 voto)