El Museo Hecht, ubicado en la Universidad de Haifa, Israel, fue escenario de un accidente cuando un niño de cuatro años rompió accidentalmente un jarrón de 3.500 años de antigüedad.
Este incidente ocurrió cuando el menor, junto a su madre, visitaba la exposición que incluía piezas de la Edad de Bronce.
Entre los objetos se encontraba un grupo de jarrones previos al reinado de David y Salomón exhibidos sin vitrinas protectoras, en línea con la filosofía del museo de mantener un ambiente accesible y dinámico.
ARTÍCULO RECOMENDADO:
La Generalitat retira los frescos del Salón de Sant Jordi y los pinta de blanco
La Dra. Inbal Rivlina, directora del museo, fue quien confirmó el desafortunado suceso en una entrevista, destacando que el museo no tiene intención de culpar ni al niño ni a su madre por lo sucedido.
Un accidente en el museo arqueológico
Al parecer, el niño sintió curiosidad por el jarrón y se acercó para ver qué había en su interior. Según unas palabras del padre a la CNN, el pequeño «tiró ligeramente del frasco porque tenía curiosidad por lo que había dentro».
La vasija se cayó al suelo y se fragmentó en varios pedazos. Tras el accidente, la madre del niño, visiblemente afectada, abandonó el museo rápidamente junto a su hijo.
Reacción del museo
A pesar del daño, la directora del museo ha entendido ha situación y es consciente de que fue un error infantil, no un acto vandálico contra el patrimonio.
«En ese momento la madre y el niño estaban muy asustados. Agarró al niño y rápidamente abandonaron el museo. Me gustaría dirigirme a ellos: no temáis, no tenemos ningún reclamo contra vosotros» dijo a la prensa.
La directora comentó que este tipo de incidentes, aunque poco comunes, pueden ocurrir en museos que priorizan la accesibilidad sobre la seguridad física de los objetos.
«Estos acontecimientos son raros, pero suceden. Repararemos el cántaro y lo volveremos a colocar en su lugar». También la Dra. Rivlin hizo un llamado a la familia, invitándolos a regresar para una visita guiada gratuita, para que el niño pueda conocer de cerca el resto de objetos del museo.
El proceso de restauración de la vasija
Según hemos podido saber el jarrón será restaurado mediante un proceso especializado llamado «riphut» (una técnica de restauración arqueológica). Esta técnica implica la cuidadosa unión de los fragmentos originales del objeto, utilizando materiales y métodos que preserven su integridad histórica.
Todo este proceso será documentado en video como parte de la práctica habitual del museo para preservar la historia y el conocimiento detrás de cada objeto.
La filosofía del Museo Hecht
Según ha indicado la directora, el Museo Hecht ha mantenido una política clara de accesibilidad desde su fundación. Inspirado por su creador, el Dr. Reuben Hecht, este espacio se concibe como un lugar «vivo y dinámico», donde las piezas arqueológicas están al alcance del público, permitiendo una conexión más directa con la historia.
La filosofía detrás de esta presentación sin vitrinas es la de no transformar el museo en un mausoleo, sino en un espacio educativo donde los visitantes puedan experimentar la historia de una manera más tangible.
Esta aproximación, aunque aplaudida por su valor educativo, también conlleva ciertos riesgos, como se evidenció en este reciente accidente.
Reflexiones sobre la seguridad en los museos
El incidente también ha reabierto el debate sobre las medidas de seguridad en los museos, especialmente aquellos que eligen no usar vitrinas protectoras.
Aunque la experiencia de tener objetos históricos tan accesibles es valiosa, también plantea la cuestión de cómo equilibrar la preservación con la accesibilidad pública.
Un punto de gran importancia es preparar a los niños antes de visitar el museo, explicando las normas básicas de interacción con los objetos expuestos.
El accidente en el Museo Hecht subraya la necesidad de una mayor educación tanto para los padres como para los niños sobre cómo comportarse en un entorno tan delicado como un museo arqueológico.
Además los padres deben instruir a sus hijos sobre la importancia de no tocar los objetos, a menos que esté explícitamente permitido.