Truman Capote (2005), se cumplen 100 años de su natalicio

Truman Capote (2005), se cumplen 100 años de su natalicio

Dirigida por Bennett Miller

La novela “A sangre fría” debe su título a la forma despiadada de perpetrar el crimen de la familia Clutter, pero también a la frialdad de la ley que condena a dos hombres a sufrir el mismo castigo. En cierta forma el narrador es omnisciente, Truman Capote pormenoriza el crimen, la huida, la captura, el juicio y la muerte desde todos los ángulos, pero al tratarse de no-ficción, se basa en testimonios de los asesinos, de los habitantes de Holcomb, de las policías, de las familias. El autor recurre a entrevistas, diarios de vida y todo lo que cabe en cuatro años de investigación periodística… en resumen, una omnisciencia documentada y alimentada por muchas voces.

Capote nos enfrenta a los hechos, a las anécdotas cotidianas de los involucrados en todo el proceso y deja al lector, a pesar de lo exhaustivo, el trabajo de indagar en las mentes de todos los personajes (reales), mientras el autor invade la psiquis del lector.

En cambio, la película de Bennett Miller (ópera prima) habla sobre todo a través de lo ausente, de los vacíos de la historia, porque es una película destinada al lector fascinado por la novela, sólo hace flashbacks de los asesinatos y esas son las escenas menos afortunadas, tampoco el final que transcurre en “el rincón” es tan definitivo, debido a que la protagonista no es la novela, sino el novelista.

El retrato que hace Philip Seymour Hoffman del escritor neoyorkino es admirable, no estamos en presencia del actor, es el mismo tono de voz de Truman Capote, la postura física, aunque mucho más importante es el método implacable, el oficio del escritor, el oportunismo para entablar cercanía y obtener el sustrato del libro, ese ego desmesurado que se sabe genio, pero reconoce puntos de conexión con uno de los asesinos: Perry Smith.

Hay algo en la infancia, una carencia de afectos que los hizo miserables a ambos (al autor y al asesino), pero mientras Smith saldrá por la puerta trasera de esta vida, Capote lo hará por la puerta ancha, al menos en lo aparente, puesto que la estrategia terminará por pasarle la cuenta como ser humano.

El escritor posee una personalidad inestable, disfruta de la vida disipada, pero es una fachada y su mundo interno nunca aflora y sólo a través de los personajes parece sentirse pleno.

Durante la escritura de “A sangre fría” el autor ha traspasado los límites y se ha contaminado con la personalidad del asesino. Al comienzo se encarga de encontrarles un abogado competente para apelar la sentencia de muerte. Sostienen conversaciones y el autor actúa como confidente, simula una amistad para obtener los ingredientes de la que será su mayor obra. Sabe que se le irá el resto de cordura en todo el proceso y deberá pagar por ese cinismo, esa frialdad con objeto de sacar hasta la última gota de la historia.

En medio del manuscrito, la sentencia de muerte se ha pospuesto varios años y hasta se diría que todo el proceso debe acabar, incluida la escritura y en cierto modo Capote espera que la muerte les llegue más temprano que tarde. Todavía no tiene el final de la novela y quizás la muerte de los asesinos arroje alguna luz.

Bennett Miller sabe claramente lo que debe mostrar la película. Esa tercera acepción del título del libro, la sangre fría donde la vida de los condenados es menos importante que el resultado del escrito.

Truman Capote deberá pagar por ese acto egoísta. En torno al alcohol y las drogas se ha estado engañando o quizás esos excesos lo han provocado. El personaje llora ante los condenados, una empatía confusa difícil de creer, pero Capote es un hombre confuso y allí el mérito del director. Dota al filme de un tono frío que recorre todo el metraje e incluso la paleta de colores. Lo importante es la trascendencia de Truman Capote, su grandeza como escritor, aunque el sujeto ha estado desmoronándose desde su nacimiento.

Lo ausente, lo sugerido, la homosexualidad oculta, no aparece drogándose, tampoco bebe demasiado, todo eso es mentira y sin embargo disfruta de las reuniones sociales donde ingresa a las fiestas premunido de una máscara.

En aras de la novela revolucionaria Capote sacrificará su humanidad y de hecho no volverá a terminar otra novela.

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