Dirigida por Pascal Plante
La protagonista (Kelly-Anne) posee una imagen pública en las redes sociales, aunque en realidad ella mediatiza la “realidad” a través de su ordenador y la inteligencia artificial que la asiste en su moderno departamento con vista privilegiada.
Kelly-Anne pernocta a las afueras del tribunal donde se juzgará al asesino serial Ludovic Chevalier. Es testigo de los avances de la fiscal y por contrapartida del abogado defensor.
Clementine es una chica de clase más baja que también asiste a las audiencias, atraída por la personalidad de Ludovic que difunden los medios. Ella es una ferviente partidaria de su inocencia e incluso anhela una relación más cercana, de verdad inexistente porque Chevalier permanece aislado (en su jaula de vidrio) durante el juicio.
La protagonista invita a la joven a su apartamento, cuyos lujos financia a través de juegos de póker en línea y de sus sesiones fotográficas.
Las cintas snuff provenientes de la dark web
Kelly-Anne está obsesionada con el caso y al salir retratada por los periodistas su vida social (aparente) sufre un revés. La música cambia por una más terrorífica y le muestra los videos de dos víctimas a Clementine, cuya posición se vuelve en contra del asesino al ver la violencia real con que fueron abusadas y desmembradas esas menores de edad.
Esos videos los obtuvo de la red oscura (dark web) por cantidades estratosféricas de bitcoins. Esa es la realidad de Kelly-Anne, una reservada a gente adinerada que pone precio a las vidas de otros seres humanos.
Vidas paralelas de otra realidad alternativa
En la segunda parte del filme vemos que la obsesión avanza a límites patológicos, pero también vamos descubriendo la razón de su conducta. Kelly-Anne utilizará el anonimato de la red oscura para tener acceso a la cinta donde dan muerte a la tercera víctima. Apuesta todo en los juegos en línea y logra ganar la subasta por el video.
La protagonista ha desaparecido por completo de la realidad y se escabulle en la casa de la chica del video, irrumpe en mitad de la noche y anónimamente deja un pendrive a la madre para que presente nuevas pruebas en el juicio.
Las habitaciones rojas, siempre fuera de campo, sugieren una maldad oculta
La escena en que Kelly-Anne observa las grotescas imágenes, lo hace con audífonos y su rostro iluminado (imagen destacada) refleja el color de la “habitación roja” donde trascurre el salvajismo.
La vida de esta justiciera es mediatizada a través de la red pública (redes sociales en internet) y la red privada (dark web). En la primera impone su imagen artificial, pareciera que la protagonista no posee una personalidad definida. En la segunda se establece la “realidad”, pero no es una al alcance de todos, sino una dependiente de las leyes del mercado, donde la mayor apuesta tendrá acceso a la imagen exclusiva fuera del ámbito legal.
La alienación que provoca la tecnología
La película plantea otras realidades: la de los medios periodísticos y en última instancia (por ausencia) la “realidad” de la masa de la población, que es una realidad impostada por la gente de mayores recursos que sugieren estilos de vida inalcanzables.
En la cotidianidad, pareciera que no hay espacio para relaciones presenciales con un otro y ante la imposibilidad de acceder a ellas, los individuos aislados dan rienda suelta a relaciones fantasiosas, algunas tan tóxicas como sentir afecto por un psicópata.
El filme se enfoca en esta especie de heroína del nuevo siglo, una protagonista que tiene acceso a información ilegal, sean videos snuff o pornografía infantil, dejando al descubierto la ausencia de moral que se esconde tras la red oscura donde probablemente la actitud de Kelly-Anne sea una excepción y donde para lograr la justicia vedada a los tribunales, ella se expone a ese material aberrante que alterará para siempre su psiquis.
El vacío silencioso y profano de las habitaciones rojas
La película utiliza el plural de Las habitaciones rojas para referirse a otra realidad donde un número indeterminado de personas privilegiadas pueden ocultarse y dar paso a comportamientos delictuales, abiertamente inmorales, que tenderán a corromper a la elite de la sociedad, mientras ellos mismos divulgan estilos de vida como “influencer” de redes sociales.
La atmósfera del filme es enrarecida, la música se va degradando y hacia el final el silencio sugiere un universo abyecto. La “realidad” de la Matrix es ruidosa (el escenario de las masas), pero esta otra realidad contiene un vacío infernal y ese vacío es silencioso y profano.