Lágrimas Negras. Fusión de culturas.

Lágrimas Negras. Fusión de culturas.

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   El panorama musical de nuestro tiempo es hoy indescifrable. Hemos vivido épocas de todo tipo en cuanto a convulsión musical, y aún hoy no podríamos decir con positiva certeza de donde provienen cada una de ellas. El jazz, el latin y el flamenco se dan la mano de forma rigurosa para derrumbar barreras y fundar nuevos horizontes, caminando juntos en una misma dirección. Hoy es impensable una música sectaria donde los diferentes sonidos no se intercalen creando nuevos espectros y fusiones musicales.

   Un caso real de mezcolanza entre estilos, ocurrió en 2003 durante la grabación del álbum Lágrimas Negras. Fernando Trueba, editor, guionista y director de cine, junto a Javier Limón, compositor, productor y guitarrista, se pusieron de acuerdo para lanzar un proyecto único en el que la rama más castiza de la música afro-cubana y el ritmo de los palos flamencos más arraigados y profundos, se fundían en uno para dar color a un solo tipo de música. Una creación única e irrepetible que contaría con músicos de muy distintos lugares y culturas.

   Este atrayente proyecto contó con los siguientes protagonistas:

   Al piano se encontraba Bebo Valdés, hombre orquesta donde los haya, de la música cubana en su época de oro: arreglista de obras y pianista sin par, que organizó las primeros jam sessions en Cuba y vistió de lujo al mambo y a la salsa. Con sus ochenta años cumplidos emprendió nuevas aventuras musicales, propias de un innovador nato. Fue además el ganador de nueve premios Grammy que lo destacaron como leyenda indomable de la cultura afro-latina.

   A la voz, se encontraba Diego el Cigala: con dos décadas de trayectoria exitosa en solitario. Diego había dejado de ser la joven promesa que anunciaron con orgullo sus maestros, para transformarse en una de las voces esenciales de una generación de flamencos. Su sino fue cruzar fronteras y llevar el viejo arte a nuevos derroteros; tocar fondo en la canción con el desgarre de un veterano y la ilusión de un niño.

   Un proyecto inolvidable que contó con un magnifico acompañamiento a manos de grandes músicos invitados como: Javier Colina, Paquito D´Rivera o Niño Josele, y con un repertorio de boleros y baladas de lo más esquisto de las pasadas generaciones, como pudieron ser: Inolvidable, Veinte Años, Lágrimas Negras, Vete de Mí…

   En resumen, se trata de un disco que capta la euforia y creación de un nuevo estilo sin precedentes en la historia de la Humanidad. Un disco que va desde la rumba latina a la bulería andaluza más sentida. Un disco en el que todos son hermanos. Un disco para ser felices.

(C) Cristian Mozo Chica, 2018

Escrito por Cristian Liuva

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