Eduardo Martínez y Félix Padín: héroes del Campo de Concentración de Miranda de Ebro (Parte II)

Eduardo Martínez y Félix Padín: héroes del Campo de Concentración de Miranda de Ebro (Parte II)

En este artículo voy a hablar sobre dos personas que formaron parte de la historia del Campo de Concentración de Miranda de Ebro: el médico gallego Eduardo Martínez Alonso y Félix Padín, militante de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y superviviente del campo.

Eduardo Martínez Alonso: el médico que salvó a 365 presos 

Eduardo Martínez y su hija

La historia de Eduardo Martínez Alonso, médico gallego, no fue conocida hasta 1986, cuando su hija, Patricia Martínez, encontró un diario de su padre. A través de años de investigación, Patricia pudo reconstruir la «segunda vida» de este médico y mostrarla al mundo en su libro El Té de la libertad.

Eduardo nació en Vigo en 1903, hijo del Cónsul General de Uruguay, y vivió allí hasta 1912, año en el que la familia se trasladó a Glasgow. En 1918, se mudaron a Liverpool, donde Eduardo comenzó la carrera de medicina. Al finalizar sus estudios, abrió su consulta y trabajó en la Cruz Roja en Madrid. Durante estos años en la capital, empezó a frecuentar el local Embassy, un punto de encuentro de personas vinculadas a los servicios de inteligencia británicos, entre ellas, Alan Hillgarth, agregado naval y coordinador del Servicio Secreto británico en España. 

La red clandestina de rescate

En 1939, Eduardo se ofreció como voluntario para ayudar a los británicos en España y se unió a una red clandestina de apoyo a las personas perseguidas por los nazis y detenidas en campos de concentración en otros países. 

Uno de sus primeros trabajos como agente del servicio secreto británico tuvo lugar en el Campo de Concentración de Miranda de Ebro. Allí, mientras trabajaba con la Cruz Roja como médico, realizaba informes falsos en los que alegaba que la persona tenía una enfermedad grave o contagiosa. Estos permitían a los presos salir del campo y ser trasladados a otras instalaciones, ya que los altos mandos querían evitar a toda costa la transmisión de la enfermedad. De esta forma, Martínez Alonso evacuó a una larga lista de prisioneros. 

Pero, ¿qué pasaba cuándo les sacaba del campo?. En primer lugar, eran trasladados a Madrid, específicamente al salón del té Embassy, donde recibían comida y baño para asearse. Desde allí, se les evacuaba a la casa de la familia de Eduardo en Redondela. Después, con la ayuda de barqueros locales, eran llevados a barcos aliados en la Ría de Vigo o a través de la frontera portuguesa o a Gibraltar. Además, Eduardo también contó con la ayuda de su esposa, Ramona de Vicente y, cómo dice en su diario, con la colaboración de la Guardia Portuguesa.

Este sistema permitió salvar aproximadamente a unos 365 presos, en su mayoría polacos. Sin embargo, según datos de la Cruz Roja británica, se estima que entre 1940 y 1944, con la ayuda de héroes como Martínez y de redes clandestinas de escape, se salvaron a unos 30.000 refugiados huidos del régimen nazi en España y Portugal.

Con el fin del conflicto bélico, en 1945, Eduardo regresó a Madrid y trabajó para la Cruz Roja hasta su fallecimiento en 1972.

Eduardo Martínez

En vida, Eduardo obtuvo varios reconocimientos por su gran labor como médico y agente británico. En 1947, fue condecorado con la Medalla al Valor del gobierno británico (King George Medal for Courage) por su heroísmo. También, en 1958, fue nombrado Miembro de los «Caballeros de la Cruz de Oro del Mérito» por el gobierno polaco en el exilio y ese mismo año la Federación de Comunidades Judías de España le otorgó el título de benefactor de los judíos que se salvaron durante el Holocausto. 

Félix Padín: anarcosindicalista y superviviente del campo de concentración

Félix Padín nació en Bilbao en 1916, en el seno de una familia numerosa y de escasos recursos. Es a los 12 años cuando decide abandonar la escuela tras ser agredido por un maestro y comenzar a trabajar en un ultramarinos. Dos años más tarde, se unió a la CNT, siguiendo el ejemplo de sus hermanos mayores, y a las Juventudes Libertarias (JJLL). Además, comenzó a dedicarse a lo que sería su trabajo toda la vida: a la construcción.

Félix Padín

Con 19 años, se convirtió en teniente y sargento de los batallones «Isaac Puente» y «Durruti» durante la Guerra Civil Española, hasta que fue capturado y encarcelado el 16 de junio de 1937. Félix Padín, como explica en sus memoria, llevaba sellos de la CNT cuando le arrestaron, lo cual era motivo de pena de muerte. Sin embargo, consiguió ocultarlos (tragándoselos) y fue enviado al Campo de Concentración de Miranda de Ebro, donde permaneció entre los años 1937 y 1939. En junio de 1939 fue liberado, pero pronto volvió a ser detenido y enviado a otro batallón disciplinario, donde permaneció tres años más. En total, Félix pasó casi seis años en el campo de Miranda de Ebro.

Condiciones inhumanas en el Campo

En sus memorias, describe las condiciones inhumanas del campo: la falta de ropa adecuada, la extrema escasez de alimentos y los terribles problemas de salud. También explica que había más de 4.000 prisioneros que dormían apretados en el suelo de barro de los barracones, sin ventanas ni puertas, soportando temperaturas extremas de hasta -18 grados. 

En todos estos años, Félix, como muchos otros, padeció de piojos, sarna, forúnculos, colitis y tifus. Además, tuvo que realizar tareas forzadas como arrastrar piedras para construir una capilla en el campo, trabajar en la reforma de una casa de un jefe franquista en Cercedilla, o participar en la reconstrucción de la carretera de Vidangoz (Navarra).

La larga lucha posterior

Tras la muerte de Franco, Félix continuó con su militancia en la CNT, convirtiéndose en una figura clave en el movimiento anarquista local, y participó activamente en manifestaciones, reuniones y congresos. En 1990, fue observador en el Congreso de Bilbao y, tres años después, participó en el Certamen Anarquista Mundial en Barcelona. También asistió a las Conferencias Nacionales de la CNT en 1993 y 2000.

Félix Padín falleció el 7 de octubre de 2014 en Miranda de Ebro a sus 97 años, dejando un legado de lucha y resistencia. Justo antes de morir, declaró ante los tribunales en la querella tramitada en Argentina. En sus últimos escritos, expresó: «Quiero morir consciente y libre, en medio de frescas rosas, lleno de aire y de luz, mirando al sol«. Su testimonio, lleno de vida y esperanza, sigue siendo un símbolo de la lucha por la libertad y la justicia.

Actualmente, es posible leer las memorias de Padín, gracias a La Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo (FAL) que se encargó de publicarlas, dejando un testimonio invaluable de su experiencia y resistencia durante los oscuros años del franquismo. Además, en Miranda de Ebro existe un monumento en su honor; es un busto situado en La Plaza de los Olivos, junto a la estación de tren de la ciudad. 

Félix Padín

La memoria histórica es crucial para entender los episodios más oscuros de nuestro pasado, como la época franquista y los campos de concentración. En el caso del Campo de Concentración de Miranda de Ebro, uno de los más relevantes durante la posguerra española, existen pocos testimonios debido a que muchos de los que estuvieron allí decidieron no hablar de su experiencia. El miedo, así como el dolor emocional asociado con esos recuerdos, llevó a muchos a guardar silencio. Sin embargo, los testimonios que han quedado, como el de Félix Padín, nos recuerdan la importancia de seguir impulsando la memoria histórica para dar voz a quienes no pudieron o no quisieron contar su historia y evitar que el olvido borre todo lo que vivieron.