El Campo de Concentración de Miranda de Ebro

El Campo de Concentración de Miranda de Ebro

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Foto de la página web oficial del Campo de Concentración de Miranda de Ebro

Tras la Guerra Civil, existían 72 campos de concentración en España, los cuales recluyeron a más de 500.000 personas, principalmente, prisioneros de guerra y presos políticos. Uno de estos campos fue el de Miranda de Ebro, una localidad ubicada en la provincia burgalesa. 

El Boletín Oficial del Estado (BOE) de fecha 5 de julio de 1937 comunica que el “Gobierno Nacional” ordena la construcción de 4 campos en la provincia de Burgos.

¿Por qué fue importante el Campo de Concentración de Miranda de Ebro?

Este fue uno de los campos que más tiempo estuvo operativo. Específicamente, desde 1937 hasta 1947; 10 años en los que llegó a retener aproximadamente a 65.000 personas.

Pero, ¿por qué eligieron la ciudad de Miranda? Franco se dio cuenta de que en las elecciones del 16 de febrero de 1963, Miranda de Ebro era una de las únicas localidades de Burgos afín al bando republicano, por eso las tropas vieron la necesidad de controlar a sus ciudadanos desde más cerca. Además, la ciudad tenía una ubicación estratégicamente perfecta para ellos porque se encuentra muy cerca del País Vasco, donde estaban situadas tropas del ejército republicano. 

Finalmente, es importante destacar que Miranda cuenta con un ferrocarril que conecta diferentes puntos del país, lo cual les permitía trasladar a los presos de forma rápida y fácil. De hecho, para su construcción, se eligió un terreno de 42.000 m², situado entre las vías del tren y el río Bayas.

Las tres etapas del campo de concentración

El campo atravesó tres fases significativas, determinadas por los cambios políticos y bélicos de la época. En cada una de ellas, se puede observar la evolución tanto en los prisioneros como en la gestión del campo.

Primera etapa (1937 – 1940). Internamiento de prisioneros republicanos y brigadistas

La primera fase del campo comienza en 1937, cuando las tropas de Franco avanzan y cae Bilbao. Esto crea una urgencia aún mayor para los franquistas porque necesitan un lugar amplio donde retenerlos, por lo que los ciudadanos de Miranda de Ebro son obligados a construir de urgencia el campo, concretamente, en dos meses. Para ello, usaron los materiales que tenían allí, unas carpas de circo, por lo que las condiciones eran nefastas. Un poco más tarde, construyeron barracones para los presos, con una capacidad de 1.500 personas. A pesar de esto, con la llegada masiva de prisioneros llegaron a ser hasta 3.700 internos y a lo largo de los años se sabe que fueron aproximadamente 65.000.

Con la llegada del invierno en Miranda, la situación empeoró drásticamente, de hecho, los informes internacionales describieron la vida de los presos en el campo como deplorable. Los barracones no tenían cristales en las ventanas, ni calefacción; apenas les daban de comer y la comida que les daban era de muy mala calidad; vivían en espacios muy pequeños y no se limpiaban; y había muchas enfermedades. Además, durante esta época los reclusos, Brigadistas Internacionales y Republicanos, también eran sometidos a castigos físicos con frecuencia, lo que provocó diversas denuncias internacionales, aunque el régimen franquista no tomó ninguna medida al respecto.

Oficialmente, se registraron 162 muertes por causas naturales, aunque se sabe que fueron provocadas por enfermedades como tifus, neumonía o escorbuto debido a las pésimas condiciones sanitarias. Además, algunos testimonios aseguran que la cifra real de fallecidos fue mucho mayor.

A finales de 1940, los prisioneros republicanos fueron trasladados a otros centros de detención del país y el campo se usó para llevar a cabo los nuevos planes del régimen.

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Foto de la página web oficial del Campo de Concentración de Miranda de Ebro

Segunda etapa (1940 – 1944). Los prisioneros internacionales

La segunda etapa del campo estuvo marcada por el inicio de la Segunda Guerra Mundial. El campo empezó a llenarse de hombres extranjeros, muchos de los cuales huían del avance nazi en Europa, destacando especialmente los franceses. Muchos habían sido detenidos al cruzar la frontera española, con la intención de llegar a Portugal o Gibraltar para coger un barco hacia América, Gran Bretaña o las colonias africanas. También hubo entre los internos muchos apátridas y judíos que huían del Holocausto.

Asimismo, la colaboración entre el régimen franquista y los nazis fue clave durante esta fase. A medida que la guerra avanzaba, también se estrechaba la relación entre ambos países, lo cual generó que el campo se llenase de agentes de la Gestapo y de la SS, especialmente entre 1940 y 1943. Estos se encargaban de supervisar las tareas, condiciones y el destino de los prisioneros.

Asimismo, es importante destacar que en estos cuatro años el campo sufrió varios cambios, fruto de la política internacional. En 1941, 107 presos checoslovacos fueron entregados a los nazis. También se produjo la entrega de prisioneros franceses a las autoridades colaboracionistas del régimen de Vichy. Y, en 1942, un grupo de presos de guerra polacos protagonizó una huelga de hambre, pidiendo su liberación.

En 1943, tras la derrota de Stalingrado, la política del gobierno franquista cambió, acelerando la liberación de prisioneros extranjeros y, finalmente, en junio de ese mismo año, fueron repatriados los últimos brigadistas internacionales.

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Foto de la página web oficial del Campo de Concentración de Miranda de Ebro

Tercera etapa (1944 – 1947). Los prisioneros alemanes y colaboradores

Tras la liberación del sur de Francia en 1944, muchos desertores del ejército nazi cruzaron los Pirineos para refugiarse en la España franquista. Los primeros prisioneros alemanes llegaron al campo de concentración de Miranda de Ebro entre julio y agosto de ese año, donde se les otorgó un trato preferencial. De hecho, podían usar una piscina, estaban exentos de actividades obligatorias y salían a dar paseos por la ciudad. Además, las autoridades franquistas protegieron a algunos criminales de guerra nazis, facilitándoles identidades falsas, pasaportes españoles y su huida a América Latina o residencia en España.

Más tarde, con la derrota de Hitler y la presión internacional, especialmente de Estados Unidos y el Reino Unido, el régimen de Franco se vio obligado a actuar. En agosto de 1946, muchos prisioneros alemanes fueron embarcados en el puerto de Bilbao en el SS Marine Marlin para ser repatriados a Alemania. La liberación de todos ellos se aceleró y, el 13 de enero de 1947, el campo cerró oficialmente. Los últimos prisioneros republicanos fueron trasladados a la prisión de Nanclares de la Oca. 

Finalmente, entre 1949 y 1953, las instalaciones del campo se utilizaron como centro de formación militar, hasta que en 1954 fueron completamente destruidas.

Un campo de concentración  que acogió a miles de prisioneros extranjeros

En todos estos años, en el Campo convivieron personas de 58 nacionalidades, aunque principalmente eran españoles, el grupo más numeroso fue de franceses, incluyendo argelinos y marroquíes. Después, se conoce que había muchos polacos, belgas, canadienses, británicos, norteamericanos, holandeses, etc. Además, también había personas de todos los países de Latinoamérica. En esta foto podemos ver todas las nacionalidades que pasaron por el campo:

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El Campo de Concentración de Miranda en la actualidad

En 2017, se abrió un centro de interpretación del campo de concentración en el centro cívico Raimundo Porres de Miranda de Ebro. En este espacio, hay una exposición permanente que muestra documentos, objetos y archivos gráficos y sonoros relacionados con el campo. Además, se realizan visitas guiadas gratuitas por las ruinas y los memoriales, en las que se explica detalladamente lo que ocurrió en el campo. 

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Centro cívico de Miranda de Ebro

Gracias al trabajo de todas las personas que participan en este proyecto, se puede preservar la memoria histórica y recordar todo lo ocurrido en Miranda durante la época franquista, un periodo que dejó huella en la ciudad.