Ha muerto un genio, David Lynch (1946-2025)

Ha muerto un genio, David Lynch (1946-2025)

Tal vez tengamos que vivir 100 años más para encontrarnos con algo parecido a D. Lynch. El creador de multitud de obras de culto, «Mulholland Drive«, «Twin Peaks«, ha fallecido esta tarde a los 78 años de edad.

Silencio en la sala. David Lynch ha desaparecido

Se marchó tras el humo de un cigarro la “Cabeza Borradora” del cine, el genio de la lampara que vivía fuera de ella. Con un pie en Hollywood y el resto de su cuerpo en Cannes, su esencia como artista empapaba cada centímetro del celuloide. Tanto, que somos muchos los que pensamos en él como un género cinematográfico.

Uno nuevo y aparte. Con vida propia y difícil de imitar. El lynchianismo.  

Un género propio

Lynchiano es un elogio. Un adjetivo que solo los más grandes pueden obtener. Lynchiano es un movimiento cultural tan suave y kafkiano como el “Terciopelo Azul” y por eso imposible de describir. Únicamente hay algo cierto e inamovible, el lynchianismo no puede morir. Espera en silencio a que llegue la larga oscuridad y sin pedir permiso alguno, entra, como un susurro en la noche, en el mundo de los sueños. Ni Laura Palmer pudo escapar.

Si hay alguien capaz de producir, casi en serie, un número ilimitado de películas de culto ese es él. Alguien al que el tiempo pasado no le afecta, en “Twin Peaks” encontró la solución. Leyenda siempre viva, su peso dentro del arte es el de “El hombre Elefante” que oculto entre las sombras no dudo en presentarse en blanco y negro ante el gran público.  

A sus 78 años, 70 de ellos fumando, entró en su última “Carretera Perdida”, dejándonos un regalo de valor inmaterial. Todo un universo con su firma, trazada con un pincel algo siniestro sobre un lienzo de oscuros fotogramas.

«No creo que la gente acepte el hecho de que la vida no tiene sentido»

D. Lynch

Pero en él, como en todos los genios, tan importante era la oscuridad como su luz. Una luz que transmite “Una historia Verdadera” de amor al cine y al arte. Arte surrealista y contemporáneo en el sabor de sus platos, pero clásico en la forma de cocinarlo. Tres actos que se han repetido a lo largo de su carrera como tres pilares fundamentales que estructuran sus historias. 

David, el pintor «fracasado» que cambió el primer arte por el séptimo arte. El chaval que abandonó la universidad por viajar a una Europa devastada por la guerra solo para descubrir a su maestro en la pintura y convertirse en su aprendiz. David, el director que nos dio tantas y tantas obras de arte.

Ya se acabó, se nos fue el maestro. Tal vez, si aguantamos en silencio, oigamos a Angelo Badalamenti componiendo junto a él, su nueva banda sonora.  

Descanse señor Lynch.  

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