QUEER (2024), un buscador frente al miedo

QUEER (2024), un buscador frente al miedo

Dirigida por Luca Guadagnino

Basada en la obra homónima de William Burroughs, escrita en 1952 y publicada recién en 1985, relato autobiográfico mezclado con trazos surrealistas situado en el México de los años 50 que luego se traslada a Ecuador en búsqueda de una droga similar a la ayahuasca.

El director se enfoca en un buscador, William Lee (parecido al seudónimo de Bill Lee que utilizó el escritor en su novela “Yonqui”), un expatriado que gasta sus días en el país del sur huyendo de la justicia estadounidense.

La caracterización de Daniel Craig es soberbia. Muestra a un adicto a la heroína de vida disipada y como reza el título, un homosexual que busca sexo casual. Un hermoso travelling da la bienvenida a los personajes durante una noche bohemia donde Lee avista a Eugene, un joven estudiante recién llegado a la ciudad. Luca Guadagnino nos deleita mediante “Come as you are”, canción contemporánea de Nirvana que introduce al personaje tal como es.

Lee se obsesiona con Eugene y lo sondea por varias semanas antes de su primer encuentro sexual. Es más joven, no devela sus emociones y se muestra indiferente en futuros encuentros.

El alter ego de Burroughs dispone de dinero y le propone a Eugene que lo acompañe a Ecuador en busca de esa droga de atributos telepáticos.

Craig es un sujeto vulnerable, hasta aquí buscó sexo casual, pero ahora necesita afecto. No tiene miedo a traslucir sus emociones y se declara abiertamente a Eugene.

William Lee es un buscador puro, aquel que no tiene idea de lo que busca, pero que es incansable en esa búsqueda. En una escena central el director muestra la esencia de un drogadicto, todo el ritual para inyectarse heroína, se toma su tiempo y el personaje que busca, encuentra en la droga aquello que lo aparta del miedo a la existencia. Queer es el título del libro, pero no es la esencia de este buscador que probablemente arrastra carencias desde parto y su infancia.

Hay sexo explícito, pero lo importante no es lo físico, sino las caricias, ese entregarse a otro sin temor, tal como le ocurre en el trance de heroína. El rostro de Craig nos transmite ese momento donde se encuentra, tal como en otro pasaje observa una miniatura de edificio y se ve caminar por el pasillo de un hotel, con bondad, perdonando momentos pasados y aceptándose.

El viaje a la selva de Ecuador los llevará a una experiencia mística. Siempre ha sido un nihilista solitario y la ayahuasca le permite compartir con el joven más allá del sexo.

Burroughs postulaba que el lenguaje es un organismo parásito que habita en nuestras mentes y esta experiencia extrasensorial borra esa barrera y le permite comunicarse con otro ser humano por primera vez.

La doctora Cotter oficia de chamán en esa ceremonia ritual y descubre que el viaje de los forasteros es una recompensa a una vida de búsqueda, el esfuerzo ha dado frutos y el viaje ya no es dentro de una habitación solitaria, sino junto a Eugene, a través de una emoción que los funde en una sola entidad.

La escena final, Lee enfrentando su viaje eterno, es simbólica. Descansa en un cuarto vacío, sobre un colchón desnudo y recuerda esa comunión de cuerpos, un acurrucar afectuoso… esa sensación no de entrega, sino de cobijo.

Morirá en paz con ese simple recuerdo, el viaje ha valido la pena.

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