Las pocas expectativas que tenía sobre el universo cinematográfico que rodea a Spider-Man se desvanecieron por completo con este adefesio que algunos insisten en llamar película. Las señales del desastre eran evidentes desde el principio, encabezadas por los mismos productores responsables de fiascos como Venom: El último baile.
Una vez más, nos encontramos con un presupuesto de 130 millones de dólares, y aún intento descifrar en qué se invirtió semejante cantidad. Aquí estoy, estrujándome la cabeza sin encontrar respuesta.
Una promesa de brutalidad arruinada por su guion y fallos técnicos
Kraven the Hunter se presenta como otro personaje dentro del universo cinematográfico de Spider-Man, uno que inicialmente generó cierta ilusión por la brutalidad que prometía.
Sin embargo, al adentrarse en la película, todo comienza a chirriar: no sabe gestionar los tiempos, cayendo en un ritmo irregular que, junto con una duración excesiva, termina por empeorar un guion ya de por sí deficiente.
Estos defectos dificultan disfrutar de lo que debería ser lo mejor de la película: la acción, la cual también se ve afectada por problemas técnicos en los efectos visuales que, sinceramente, no consigo comprender. Para colmo, el guion, sin rumbo, no logra explotar el potencial del personaje de Aaron Taylor-Johnson y, en su lugar, ridiculiza a la mayoría del elenco, salvo por un correcto Russell Crowe.
Un Kraven irregular
Ahora, hablemos de los personajes, algo que sigo sin comprender. La película nos presenta una cantidad abrumadora de personajes para el tipo de historia que intenta contar, lo que da lugar a tramas y diálogos innecesarios que no aportan nada o, peor aún, caen en comedia involuntaria.
Mientras tanto, lo que realmente interesa al espectador es conocer a ese Kraven, un personaje cuya identidad, entre superhéroe, antihéroe o activista de Greenpeace, es incierta. Destaco especialmente a Alessandro Nivola, quien, sinceramente, podría ser un fuerte candidato para llevarse un Razzie.
Altibajos técnicos y una fotografía irrelevante
Como ya mencioné, a nivel técnico la película tiene altibajos. Hay momentos en los que los efectos visuales acompañan bien a las coreografías, pero otros en los que los efectos son dignos de un presupuesto considerablemente inferior. En cuanto al apartado fotográfico, apenas se pueden destacar un par de planos, los cuales carecen de relevancia dentro del conjunto de la película.
Una pérdida de tiempo y dinero en la gran pantalla
Concluyo no recomendando su visionado en salas de cine, ya que es completamente intrascendente y solo genera momentos de vergüenza ajena, salvo sus primeros diez minutos. No sabría decir si alcanza el nivel de desastres como Madame Web, Morbius o Venom: El último baile, pero lo que sí puedo asegurar es que no vale ni el dinero de la entrada ni las dos horas de vuestra vida.
Demos gracias a que, por ahora, ninguna de estas tres cintas tendrá continuación y el enfoque se centrará en trabajos más fructíferos exclusivamente con Spider-Man.