La vida de Juana de Arco está muy ligada a la Guerra de los Cien Años fue un conflicto entre Inglaterra y Francia que se extendió a lo largo del siglo XIV y parte del XV.
Para conocer la leyenda de Juana de Arco tenemos que remontarnos a las luchas entre franceses e ingleses por el control del Canal de la Mancha.
Las fuerzas inglesas, lideradas por el joven rey Enrique VI de Inglaterra y el duque de Bedford, habían logrado varias victorias en suelo francés.
La confianza del pueblo francés estaba por el suelo y varias regiones del norte de Francia estaban en manos del inglés y sus aliados borgoñones.
El Asedio de Orleans en la Guerra de los Cien Años
En este contexto nos trasladamos a Orleans, un cruce importante en las rutas comerciales.
Para los ingleses controlar Orleans significaba tener acceso a una de las principales arterias del reino francés y poder proyectar el poder militar hacia el sur de Francia, por lo que se volcaron en intentar conquistarla.
Las fuerzas inglesas y borgoñonas (con cerca de 8.000 soldados) estaban bien organizadas, y las victorias que iban consiguiendo les hacía creerse muy superiores al francés. Se acercaban cada vez más a Orleans con la intención de asediar la ciudad y forzar su rendición.
En un intento desesperado de ofrecer resistencia y cuidar su honor, los habitantes de Orleans se organizaron para resistir el asedio lo máximo posible, confiando en una salvación milagrosa.
Formaron en 34 compañías para defender cada una de las 34 torres que tenía la ciudad. Estas milicias, conocidas como «bourgeois», estaban compuestas principalmente por comerciantes, artesanos y campesinos que se unieron para defender sus hogares.
Aunque carecían de la formación militar y el equipo de las fuerzas regulares, estos hombres estaban dispuestos a luchar por la supervivencia de su ciudad.
La ciudad también se preparó para el asedio fortificando sus defensas y construyeron barricadas y trincheras que obstaculizasen el avance de las fuerzas inglesas.
Los refuerzos franceses
El 12 de febrero de 1429, en un intento desesperado por interceptar un convoy de suministros inglés que se dirigía desde París hacia las fuerzas sitiadoras en Orleans, el rey Carlos VII, ordenó su destrucción. Este convoy inglés representaba una importante fuente de abastecimiento para las fuerzas enemigas y su captura podría haber debilitado a los británicos.
Los refuerzos enviados por Carlos VII se enfrentaron a una serie de obstáculos y contratiempos en su camino hacia el convoy enemigo. La falta de inteligencia sobre la ubicación y el movimiento de las fuerzas inglesas dificultó aún más la tarea, y los franceses se vieron obligados a avanzar a ciegas en territorio hostil.
Como resultado de esta falta de preparación y coordinación, los franceses fueron emboscados por las fuerzas inglesas y, tras una batalla, los pocos franceses que quedaron vivos acabaron huyendo. Se estima que alrededor de 700 franceses perdieron la vida en la batalla, mientras que solo una decena de ingleses murieron.
Este fracaso fue un revés significativo para Carlos VII y su causa, ya que demostró la dificultad de enfrentarse a las fuerzas inglesas en el campo de batalla y la desventaja en planificación que tenían.
La aparición de Juana de Arco
El 12 de febrero de 1429 marcó un punto crucial en la Guerra de los Cien Años.
Un día apareció Juana, una joven campesina de Domrémy de unos 17 años. Esta chica afirmaba escuchar voces divinas que la decían que tenía como una misión divina liberar Francia de la ocupación inglesa.
El origen de Juana de Arco
La historia de Juana comienza en el remoto pueblo de Domrémy, en el noreste de Francia, donde pasó sus primeros años de vida. Desde pequeña experimentó visiones y voces que afirmaba que provenían de santos como Santa Catalina, Santa Margarita y el arcángel Miguel. Estas experiencias místicas la llenaron de una ferviente fe religiosa y una profunda convicción en su misión divina.
A la edad de 17 años, Juana decidió actuar sobre sus visiones y se dirigió a la corte de Carlos VII en Chinon. Vestida con ropas de hombre y acompañada por un pequeño séquito de partidarios, Juana viajó a través de territorio enemigo y llegó a Chinon en febrero de 1429.
Allí, se presentó ante Carlos VII y le aseguró que había sido enviada por Dios para ayudarlo a reclamar su trono y expulsar a los ingleses de Francia.
La llegada de Juana a la corte de Carlos VII provocó una mezcla de incredulidad, curiosidad y esperanza. Algunos desconfiaban de sus afirmaciones y la consideraban una campesina delirante o una charlatana oportunista. Sin embargo, otros vieron en ella un signo de esperanza y un símbolo de la providencia divina.
Carlos VII, que estaba desesperado por encontrar una solución a la crisis que enfrentaba su reino, decidió poner a prueba las afirmaciones de Juana.
Para evaluar la veracidad de las afirmaciones de Juana, Carlos VII la sometió a un riguroso interrogatorio por parte de teólogos y autoridades eclesiásticas. Juana respondió a las preguntas con confianza y convicción, explicando en detalle sus visiones y su misión divina. Impresionado por su fervor y su claridad de propósito, Carlos VII decidió aceptarla como consejera militar y permitirle unirse al ejército francés.
La marcha hacia Orleans
El 22 de febrero de 1429, Juana partió hacia Orleans acompañada por un séquito de nobles, caballeros y soldados. Su llegada a la ciudad fue recibida con entusiasmo y esperanza por los habitantes sitiados, que veían en ella una figura salvadora y un símbolo de la providencia divina.
Aunque Juana carecía de experiencia militar, pronto empezó a ordenar a las tropas y los ciudadanos para hacer una defensa más efectiva.
El 4 de mayo los franceses lanzaron un ataque contra la bastilla de Saint-Loup. De ese movimiento resultó un primer asalto fallido y la moral francesa seguía cayendo. Cuando Juana se enteró de lo que había sucedido fue hasta el campo de batalla a pedirle a los soldados que se retiraban que no lo hiciesen.
Su presencia ejerció efecto sobre las tropas desanimadas que, con el impulso renovado y el fervor que ella infundía, atacaron de nuevo la fortaleza, consiguiendo recuperarla.
El día siguiente, 5 de mayo, Juana obligó a no librar combate por ser el Día de la Ascensión, considerado la fecha demasiado sagrada para causar un derramamiento de sangre. En lugar de ello, optó por enviar una carta a los ingleses, instándoles a abandonar Francia. Carta que los ingleses ignoraron.
Al día siguiente, las tropas, con Juana de Arco a la cabeza, continuaron su ofensiva contra las fortalezas inglesas. Con una rápida carga de caballería, lograron capturar Saint-Jean-le-Blanc, obligando a los ingleses a retroceder. Igual destino tuvo la fortaleza de Les Augustins.
Juana de Arco conquista Orleans
La noche del 6 de mayo los franceses se prepararon para un último ataque, esta vez a la fortaleza principal: Les Tourelles.
El 7 de mayo de 1429 Juana de Arco lideró personalmente un ataque contra las líneas inglesas. Montando a caballo y llevando su estandarte en alto, condujo a las tropas francesas a través de las barricadas enemigas y los enfrentó en combate cuerpo a cuerpo.
El levantamiento del Sitio de Orleans fue un triunfo para los franceses y un golpe devastador para los invasores ingleses. No solo detuvo el avance de estos hacia el sur de Francia, sino que también revitalizó la moral y la confianza de los franceses en su capacidad para resistir y expulsar a los invasores.
Además, el papel de Juana de Arco en el sitio y su posterior papel en la coronación de Carlos VII como rey de Francia la convirtieron en un símbolo nacional y religioso.