Jacques Audiard es un cineasta francés que incursiona en distintos géneros cinematográficos. En los Oscar 2025 su filme Emilia Pérez fue nominado a 13 estatuillas y obtuvo el premio a mejor actriz de reparto (Zoe Saldaña). Un profeta obtuvo el gran premio del jurado en el festival de Cannes de 2009.
En Un profeta, el ciudadano francés de origen árabe representa una minoría racial fuera y dentro de la cárcel, por lo que el miedo de un muchacho joven sin grupo de pertenencia será mayor al de avezados delincuentes de grupos nacionalistas.
Malik intenta pasar desapercibido, mantenerse al margen de abusos sexuales, cuando de inmediato el cabecilla de la mafia corsa no le deja elección.

Pierde el libre albedrío y deberá asesinar a otro recluso que va atestiguar contra los intereses de alguien. El dinero compra a los guardias y desde las celdas estos corsos manejan negocios externos con otras mafias.
Malik para sobrevivir asesina y se gana la protección de César, será tiempo de hibernar y ver cómo funciona todo al interior del penal.
El tiempo en la cárcel no significa mayor libertad
Se trata de una película del género carcelario, de acción trepidante y dónde suele sobrevivir el más fuerte. Una arista frecuente es la del preso inexperto que se transforma en líder gracias a su inteligencia. Este podría ser el clisé más utilizado dentro de este género y Un profeta no escapa de esa etiqueta.
Existe una relación entre tiempo y libertad. Mientras disponga de más tiempo libre es probable que un individuo experimente mayor sensación de libertad. Menos horas semanales de trabajo y más vacaciones implican por lo general una mejor calidad de vida.
No siempre es una relación directa, por ejemplo, haber estudiado por vocación y laborar en una buena empresa genera bienestar y gran sensación de libertad a pesar de trabajar las mismas horas que los demás.
Es una obviedad para un recluso, que el tiempo en la cárcel no significa mayor libertad. Es un tiempo de pésima calidad, el sujeto también suele dormir, pero el descanso no es tal.
El miedo dificulta el libre albedrío
Estar en la cárcel es su trabajo, perder el tiempo (cuando no existe posibilidad de reinserción), donde lo más probable es que aprenda técnicas para delinquir.
La falta de libertad supone una deshumanización del hombre.
Libertad. ¿Para qué?, diría Nietzsche, pero convengamos que el libre albedrío se facilita al tener más tiempo para razonar y de esta forma tomar mejores decisiones.
Para el reo la dosis de miedo será mayor que la de una persona libre. No es lo mismo tener miedo a perder el trabajo al terror que significa que lo asesinen, lo esclavicen, lo sodomicen, en fin, situaciones críticas donde siempre está en juego la dignidad.
Guion sin cabos sueltos
El guion y la dirección de Jacques Audiard posee la precisión de un reloj suizo, ningún detalle queda al azar, quizás la primera parte conlleva el aprendizaje de Malik (educación formal y penitenciaria) y la segunda sección es un despliegue de la ambición que le permite desarrollar dicha instrucción.
El lenguaje cinematográfico es de excepción, con un montaje que funde la áspera realidad con rasgos oníricos, en algún momento insinúa espiritualidad a través del título y la capacidad de Malik de anticiparse a los demás, incluso a los planes más retorcidos de los mafiosos, así como una facultad casi irreal para detectar lealtad en un medio tan adverso como la cárcel.
Establece lazos con un mafioso de exterior, que conoce en su libertad condicional, le saca una foto instantánea y se gana su aprecio a pesar de confesarle su crimen original.
El personaje posee nervios de acero
Un profeta (ver tráiler) se deja ver fácilmente, el espectador no se da cuenta de las dos horas y media, aunque la verosimilitud no es uno de sus aliados.

Malik, en menos de diez días, transita desde el terror más profundo a una tranquilidad abismal. No es aparente, trabaja para los corsos y su red al interior del penal, les hace favores y se camufla de esclavo.
En sólo un año conoce a otro preso árabe que lidera a otros reclusos, aprende a leer e incluso se da tiempo para entender el dialecto corso para enhebrar planes futuros.
Trabajará para César (el mafioso corso) a pesar de los maltratos, en algún punto querrá asesinarlo, pero lo necesita para futuros negocios. Claro, en las cárceles francesas no sólo aprenden a leer rápido, sino que además enseñan economía a los jóvenes delincuentes.
Una historia algo inverosímil
Cualquier habitante libre de Chile quisiera para sí tantas oportunidades como en estas tierras francesas donde se puede progresar dentro de la cárcel.
Aparte Malik es un protagonista privilegiado, posiblemente un superdotado al que las leyes no supieron entender. La historia es artificial y poco tragable, pero como decíamos, en los recintos penitenciarios abunda el miedo y el terror.
Malik apenas se gana un mínimo de confianza de los mafiosos, de inmediato deja de sentir miedo (extraño) y dedica su tiempo libre (no es broma) a maquinar como manipularlos e incluso a ganar dinero a costa de ellos.

César lo hace trabajar incluso en esos días de libertad, aunque Malik está maquinando una empresa delictual a gran escala.
Este profeta no tiene nada de espiritual, menos mal, porque un detalle por el estilo hubiera sido difícil de asimilar para un espectador inteligente.
Referentes del cine carcelario
Recuerdo ese magnífico filme, La milla verde (Frank Darabont), estrenada a fines de siglo, donde los presos y los alguaciles eran buenas personas y hasta el alcaide creía en la bondad.
La novela de Stephen King presentaba un escenario muy poco probable, pero igual el escritor le otorgaba verosimilitud.
La cárcel era una especie de purgatorio donde hay un representante de Dios en la tierra, especie de ángel que termina con la vida de otro ser humano por amor a unos niños indefensos. Un hombre que se sacrificó al no soportar la maldad de los seres humanos. Suena hasta bíblico, pero es una hermosa historia escrita por un gran novelista.
Un profeta no posee estos elementos místicos, sino es más bien el aprendizaje de un mafioso en ciernes.

Lo inverosímil va aumentando con el correr de los minutos. Malik no es sólo súper inteligente y con habilidades sociales, cosa poco común, sino que es:
(1) Asesino exprés entrenado en una semana
(2) Piensa bajo presión como el más libre de los ciudadanos
(3) Engaña a varios grupos delictuales al mismo tiempo cual Maquiavelo
(4) No recibe adiestramiento con armas, pero en su primera incursión no hierra un solo tiro
(5) Al parecer en Francia se asesina gente a plena luz del día, arrastrando cadáveres y se puede escapar donde un amigo criminal sin que la policía lo detenga.
Sueños de fuga
La idea de un preso novato pasando pellejerías, que se gana el beneplácito al interior de la cárcel y gracias a su inteligencia superior logra escapar siendo un hombre rico, la había experimentado en otra película de Frank Darabont, Sueños de fuga, estrenada cinco años antes que La milla verde.
Algo de espiritualidad y sobre todo amistad, de parte del protagonista que espera a que el amigo cumpla su condena. Tampoco hay gran verosimilitud, pero tanto Un profeta como Sueños de fuga hacen alusión al mundo exterior como un mundo de oportunidades, unas delictuales y otras de libertad, pero hacen ver que un recluso tendrá probabilidades de progresar en la vida, que su paso por la cárcel fue sólo un accidente y, por ejemplo, encontrará un trabajo digno al cumplir su condena.

La vida es más que perder el tiempo y desgraciadamente al interior de las cárceles eso sucede con frecuencia, mientras el miedo y el instinto de supervivencia hacen que la pérdida de libertad saque lo peor del ser humano.
Las mejores exponentes del género carcelario quizás deban éxito al hecho de que venden una ilusión y en la población más vulnerable genera esa sensación de tener muchas más oportunidades siendo libre.
Volvemos al tema: ¿Libertad para qué?
Alguien argumentará que Nelson Mandela estuvo 27 años en cautiverio y logró ser presidente tras esa experiencia, pero lo que no se cuenta es que Mandela recibió una educación bastante privilegiada y estudió leyes antes de transformarse en el activista que luchó contra las diferencias raciales del Apartheid.
No fue la cárcel la que le enseñó a gobernar ni lo convirtió en Premio Nobel de la Paz, fue la educación que adquirió fuera de ella. Era un hombre famoso antes de perder la libertad e incluso las Naciones Unidas abogaron por su liberación.
Fue un cautiverio privilegiado por las visitas que se le permitían, no era un prisionero propiamente tal, de alguna forma su celda se transformó en su lugar de trabajo.
Pero no debemos engañarnos. La cárcel no es el lugar para encontrarle sentido a la libertad y buscar un lugar en el mundo. El lugar donde desarrollar la vocación y hacer volar la imaginación de manera constructiva para trascender más allá de la subsistencia material.
Algo de temor podrá ser deseable
¿Qué nos impulsa como seres humanos? No creo que sea el miedo o la incertidumbre ante un futuro desesperanzador, nadie desea un futuro menos promisorio que el presente o el pasado.
Un poco de miedo será deseable, el temor a la muerte define nuestra vida de alguna manera.
Una sociedad donde todo sea bondad podrá ser deseable, pero no sacará lo mejor de cada ser. La seguridad extrema nos convierte en personas sin motivación, por eso la actitud de estar siempre cerca de la muerte, a un accidente de distancia, es en cierta forma constructiva.
El prisionero suele estar cerca de la muerte, pero no tiene libertad ni puede valorar el tiempo. No dejar huella en esta vida es el mayor desperdicio genético.
Esa dosis exacta de miedo que nos hace evolucionar, no la vamos a encontrar al interior de una prisión.
¿Sólo en libertad el tiempo jugará a nuestro favor?
Hay tiempo en las cárceles, pero el miedo está a tope y maquinar engañar a muchas bandas a la vez, en ese encierro no hay tiempo para pensar, siempre peligra tu vida, nadie será tan arriesgado como el protagonista de Un profeta, el tiempo muerto llamará a la cautela, a desconfiar del entorno.
El contraste con la realidad
Creo que en Chile un reo no tiene oportunidades, salvo protección de las mafias del narcotráfico.
En cuanto al protagonista, pertenece a una minoría racial y al comienzo es ultra discriminado; por estos lares un poco lo contrario, los reclusos extranjeros se agrupan rápido y muchas veces son mayoría, algunos de ellos pertenecen a mafias internacionales que controlan el crimen organizado.
Con el dinero de la droga, mediante extorsiones y sobornos se va inyectando la corrupción. Jueces y fiscales caen bajo su influjo, es probable que haya políticos bailando esa melodía.
Llegan al punto de transformar sus celdas en oficinas para delinquir.
Escuela del crimen
Mandela entendió que la prisión podía ser un lugar de trabajo, pero fue un visionario de la igualdad de derechos, su legado a la humanidad trascendió más allá de las leyes que recibió de educación.
Chile no será un país desarrollado si las cárceles cobijan trabajadores a tiempo completo. Desde su interior ya exportarán sicariato y secuestros a nuestras ciudades.
Un Estado fallido en donde los presos tienen más derechos que los ciudadanos.
Un mal gobernante satisface las expectativas de los delincuentes y cercena la capacidad para vivir en paz de las familias que intentan disfrutar de su tiempo libre.
«Un profeta»: visionado que vale la pena
Un profeta me hizo apreciar el significado del tiempo, pensar en la realización de los chilenos, en su trascendencia. La historia a veces resulta inverosímil, pero nunca descabellada. Los asesinatos crecen exponencialmente. Muchos han vulnerado las fronteras y los bienes públicos no satisfacen las demandas de la población. Empeora la salud y la educación. No hay recursos suficientes en un país estancado durante más de una década.
No será de mi predilección el género carcelario, pero cuando una película transporta a distintos escenarios, sin lugar a dudas merece su visionado.
Ficha técnica
Título original: Un prophète
Año: 2009
Duración: 150 minutos
Producción: Francia
Dirección: Jacques Audiard
Guion: Jacques Audiard, Thomas Bidegain (Idea: Abdel Raouf Dafri)
Reparto: Tahar Rahim, Niels Arestrup, Adel Bencherif, Reda Kateb, Hichem Yacoubi, Jean-Philippe Ricci, Gilles Cohen
Género: Drama carcelario / Crimen
Nota: 8 /10