El Cardenal Cisneros: Líder religioso, político y cultural del Renacimiento español

El Cardenal Cisneros: Líder religioso, político y cultural del Renacimiento español

El Cardenal Cisneros fue uno de los personajes históricos españoles más importantes, clave en el paso de la Edad Media a la Edad Moderna.

Muerto el Cardenal Mendoza Arzobispo de Toledo, la Reina Católica Doña Isabel eligió para sucederle á Fr. Francisco Jimenez de Cisneros, Religioso Franciscano, natural de Torrelaguna.

Cardenal Cisneros
Retrato del Cardenal Cisneros

La elección no podía ser más acertada, para un puesto tan importante como peligroso en aquellos tiempos; porque en la flaqueza de los reinados anteriores los Prelados de aquella Iglesia validos del inmenso poder que les daba su dignidad, y excitados por la turbulencia de su genio, habían hecho temblar mil veces al débil Juan el II, y al imbécil Henrique IV.

Era preciso, pues, escoger un hombre cuyo carácter y virtudes sostuviesen con decoro el peso del empleo que le confiaban, y que al mismo tiempo se adaptase fielmente á las miras políticas de los dos Reyes. Nadie para ello era más á propósito que Cisneros.

La Castilla del Cardenal Cisneros

Eclesiástico al principio, y Provisor en Sigüenza, el Cardenal Cisneros se había hecho estimar de sus superiores por la sabiduría y prudencia de su conducta: solitario después, pasmaba á sus compañeros por su fervor y austeridad, por su amor al retiro, y por su aplicación al estudio: elevado al fin por la fama de sus virtudes á Confesor de la Reina, siempre conservó la severidad de su instituto en medio del ruido y luxo de la Corte, haciéndose notar por la integridad y elevación de su carácter. Tal era el nuevo Prelado que Isabel destinó á Toledo; el cual revestido de aquella dignidad, se mostró en ella más grande que lo que había sido hasta entonces.

Su liberalidad y agasajo  ara con los pobres, la severidad que mostró á los usureros y malos jueces, los dos Sínodos celebrados para el mejor régimen del Clero de su Diócesis, la reforma de las órdenes religiosas acabada felizmente, a pesar de infinitos obstáculos que él solo pudiera vencer, su celo por el aumento de la Religión, y en fin la santidad de sus costumbres le hicieron respetable á los ojos de los hombres, y uno de los más bellos ornamentos del orbe Cristiano. En 1507 el Papa Julio II le honró con la sagrada Púrpura; y el Rey Católico venciendo la secreta aversión que le tenía, empezó á descargar en él mucha parte del gobierno.

El erigió y dotó la Universidad de Alcalá: publicó á expensas suyas las obras del célebre Tostado: trabajó en gran parte, y costeó enteramente la edición de la primera Biblia Políglota que conoció la Europa, y gastó en todo sumas inmensas, que atestiguan su amor por la literatura, y su magnificencia. Todos sus pensamientos eran grandes: fuelo sin duda el de pasar al África, y vengar en su propio país las ofensas que los Moros nos habían hecho. El hizo a su costa los preparativos de la expedición, y pasó en persona á mandarla, llevando por General del ejército al célebre Pedro Navarro: desembarcó, avistó á los Bárbaros, derrotólos, y tomó á Oran por asalto.

Retrato del Cardenal Cisneros

Dícese que al entrar en la plaza se le saltaron las lágrimas, viendo las calles llenas de cadáveres: rasgo que le hace tanto honor como cualquiera de los otros que de él se cuentan, si es verdad que la humanidad es la primera de las virtudes. Esta humanidad fue la que le hizo preparar y proveer en varias partes de Castilla graneros inmensos, que socorriesen una grande esterilidad que amenazaba. ¿Qué mucho que el pueblo entonces le apellidase á grandes gritos su vengador y su padre?

Muerto el Rey Católico, quedó encargado de la Regencia de Castilla hasta la venida del Archiduque Carlos, Cisneros en el primer puesto del Estado se llenó de todas las miras y pensamientos de un Monarca, y sus talentos políticos se acabaron de desplegar enteramente; porque ni el fervor de la devoción, ni el ejercicio de las virtudes monásticas habían podido apocar el temple enérgico de su espíritu: y así él supo y pudo contrastar la resistencia que oponían a sus operaciones de una parte los codiciosos Flamencos que rodeaban a Carlos, de otra los Grandes de Castilla envidiosos de su poder, ansiosos de novedades, y prontos á sacudir un freno que habían sufrido impacientes en tiempo del Rey difunto.

Jamás el temor ni los halagos pudieron abatir ó alterar la noble altivez de su alma: jamás las dificultades desconcertaron la ejecución de sus proyectos. Avivó y fomentó la guerra de Navarra, puso en seguridad el Estado contra las turbulencias que meditaban los descontentos, arrancó á la rapacidad de los malos administradores los caudales que habían usurpado al público, cercenó todos los gastos y empleos superfluos, y con esta sabia economía satisfizo las deudas del Estado, y creó muchos establecimientos útiles. Mil veces la soberbia orgullosa de los nobles fue á quebrarse inútilmente contra la entereza de este hombre extraordinario, que hacia vanidad de la humildad de su condición antigua, y se gloriaba de humillarlos con su cordón y sus sandalias. Las respuestas que les daba salían siempre con una superioridad y fiereza que los aturdía: el pueblo por otra parte tomó en el tiempo de su administración un carácter, una energía que hasta entonces no había tenido. Y últimamente, cuando vino el Monarca, depuso en sus manos el Reyno tranquilo y floreciente, y la autoridad más firme y extendida que nunca, conservada y aumentada á fuerza de esmero y de talento. Carlos pagó con ingratitud sus servicios, y él murió en Roa en 1517, emponzoñado, según fama, por los Ministros Flamencos, que temían su capacidad y su genio.

El Cardenal Richelieu durante el asedio de La Rochelle
Cardenal Richelieu durante el asedio de La Rochelle, 1881, Henri Motte

Se ha comparado muchas veces la administración del Cardenal Cisneros con la de Richelieu; y efectivamente estos dos Ministros presentan algunos rasgos semejantes. Ambos eran igualmente activos, fieros y orgullosos: ambos se vieron al frente de los negocios en circunstancias bien difíciles. Pero Richelieu voluptuoso, vengativo y sanguinario, hizo que muchas veces la máquina que dirigía se resintiese de su opresión, y se vio siempre aborrecido, atacado de sediciones, y bañado en la sangre de sus compatriotas: Cisneros austero en sus costumbres, amigo por carácter del orden y tranquilidad, paraba las tempestades con sola su firmeza, y se vio querido del pueblo á quien amaba, y estimado y temido de los Grandes que contenía.

Richelieu humilló la Casa de Austria, ensalzó la Francia, trastornó la Inglaterra, revolvió la Europa: Cisneros manejó el timón del Estado con seguridad, y procuró la felicidad del país que gobernaba. El Francés era al parecer más a propósito para las operaciones de afuera: el Español para las interiores: en fin, los talentos del uno eran más brillantes, y los del otro más útiles.

La labor Cultural del Cardenal Cisneros

Durante su vida participó, en mayor o menor medida, en todo lo que se hizo durante el reinado de los Reyes Católicos y contribuyó de forma decisiva a la configuración del nuevo Estado. Reformó la vida religiosa, que  había caído en una gran relajación moral y una variedad intelectual. Supo ver que toda renovación empezaba por la educación y, sin ser un erudito, fundó en Alcalá de Henares una de las instituciones que más ha influido en la cultura española: la Universidad Cisneriana.

La universidad fue fundada en el año 1499 a partir del antiguo Studium Generale de Alcalá de Henares, del que Cisneros fue alumno. La Universidad de Alcalá fue la primera universidad renacentista, humanista y universal. Cisneros fue consciente de la transcendencia de su fundación y no escatimó esfuerzos para dotar a su Colegio del marco urbanístico adecuado, de una buena financiación y de los mejores maestros de la época, por lo que la villa de Alcalá de Henares se vio enormemente beneficiada con ello. La primera piedra del edificio que lo albergaría la puso Cisneros el 14 de marzo de 1501; en 1508 comenzaron las clases y en 1510 dotó a su fundación de unas Constituciones. Cisneros dotó a la nueva Universidad de Alcalá con una magnífica biblioteca, donde un elevado porcentaje de libros versaba sobre ciencias naturales.

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Además sustituyó el deteriorado templo medieval de San Justo por un bello edificio gótico. Se trata de la Iglesia Magistral de Alcalá de Henares (actualmente Catedral Magistral) situada en pleno centro de la ciudad, en la que se encontraba su sepultura. No obstante, el sepulcro, obra de Domenico Fancelli, se halla hoy día en la capilla de San Ildefonso, adscrita al antiguo Colegio Mayor del mismo nombre.

Origen de las iglesias magistrales

Actualmente sólo existen dos iglesias magistrales, una en Alcalá de Henares y otra en Lovaina. ¿Por qué «magistral»? El título, actualmente poco más que honorífico, significaba entonces que una parte importante del cabildo de la iglesia debía estar formado por maestros (magister) de la Universidad.

Con esta disposición, el Cardenal solucionaba otra de sus preocupaciones: dotar de «jubilación» a sus profesores eméritos, dado que al entrar a formar parte del cabildo estarían percibiendo una pensión vitalicia de las rentas eclesiásticas. De otra manera, al cesar por edad en sus funciones docentes en la universidad, no tendrían más sustento que el que hubieran podido ahorrar durante su vida activa.

En su leyenda cuenta que fue un hombre justo.

Cisneros obligó el uso del apellido de familia

En 1501 el cardenal Cisneros instituyó la obligatoriedad de la identificación de las personas con un apellido fijo. Hasta entonces las personas se identificaban con su nombre y un apellido o mote que reflejaba el lugar de procedencia, el oficio o alguna característica de la persona, por lo que miembros de una misma familia, incluso hermanos, podían tener diferente apellido.

Este sistema producía un tremendo caos administrativo para poder identificar a las personas por familias. A partir de la ordenanza de Cisneros, el apellido del padre quedaba fijado y pasaría a ser el de todos sus descendientes.

La ciudad con el nombre del Cardenal Cisneros

Durante la época en la que el Sáhara Occidental pertenecía a España, estaba dividido en dos provincias, y la capital de Río de Oro recibió en honor de este cardenal el nombre de Villa Cisneros, que hoy también se denomina Dajla.

Escrito por De Los Monteros

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