Los dioses egipcios evolucionaron con el tiempo, pasando de unos seres prehistóricos a unos más elaborados.
Durante los tiempos prehistóricos la religión del Antiguo Egipto siempre estuvo anclada en el conservadurismo religioso, pues adoraba a las mismas deidades y profesaba un mismo culto para estas. Sin embargo, la religión siempre avanza con un nuevo pensamiento, con una nueva filosofía, y en un contexto nuevo.
Y es que, a lo largo de los milenios se dieron pasos, probablemente en algún tiempo antes del período histórico, hacia la eliminación de todos los viejos espíritus y fetiches locales de esta tierra y la instalación de estos en el cielo.
Aparecerá la tendencia a construir Dioses cósmicos y a la creación de una concepción filosófica del universo que conecta directamente con la insondable naturaleza.
Thot, el dios de la escritura
Uno de ellos es conocido como Thout , dios del Ibis blanco, convertido en la deidad de los cálculos y la escritura en su capacidad de secretario de los Dioses. El juez de las divinidades y los hombres, además de una débil reaparición del sol durante la noche. En ocasiones es descrito cual sol navegando a través del inmenso océano celestial en un navío, al igual que los dioses halcones Ra y Horus.
Durante el Imperio Medio su culto lunar se atribuye a Khons(u), quien, debido a las uniones de Amón- Ra (dios sol) con Mut (dios del cielo), es considerado hijo de la divina pareja. Por lo general será representado como forma humana, utilizando un rizo lateral para indicar juventud, pero más tarde como Horus, con cabeza de halcón. También aparece frecuentemente como Ptah, Dios creador y patrono de los artesanos y arquitectos.
La importancia del Nilo
En la rica mitología egipcia el cielo es una densa superficie de agua formada a continuación del Nilo o el océano. Su techo descansa sobre cuatro enormes pilares dibujados como soportes ahorquillados, tal vez montañas, (en el último periodo), sobre cuatro mujeres que lo sostienen, o como un ser femenino comparado a una mujer inclinada sobre la tierra.
También es explicado como un enorme árbol repleto de hojas y frutos, cuales estrellas en el firmamento que cuelgan de innumerables ramas. Es el árbol de de la vida, cuyos frutos guardan a los dioses y las almas elegidas de los muertos en eterna juventud y sabiduría.
Bajo el cielo nocturno su personificación en Egipto es Nutt, la contraparte celestial del abismo (Khnum), continuación del océano que fluye alrededor y bajo la tierra.
Ella es quien recibe las almas de los muertos en su seno, brazos y alas ornados de de mágicas estrellas, es la representación de una mujer oscura , inclinada sobre su esposo, el dios de la Tierra (Geb ,también llamado Aker) cuando este se tiende de espaldas.
Los dioses de la naturaleza
Geb representa el nacimiento y la vida en la naturaleza, una naturaleza cubierta de bellas plantas que brotan y surgen de su cuerpo. Tiene una cabeza de serpiente, cual señor de las víboras , pero a veces también aparece como un doble león con cabezas opuestas sobre un cuerpo. Por una de sus feroces bocas devora el sol al atardecer cuando este entra en las montañas desérticas de Occidente, por la otra sale en la mañana dando lugar a un nuevo día. De este modo, el dios sol atraviesa el cuerpo de Aker, (la tierra), una y otra vez en un ciclo infinito.
Shu y Tefnut
En ocasiones ,estos misteriosos leones representan la mañana y el ayer, mientras que en otras se les confunde con los dos leones celestiales; Shu (deidad cósmica que personifica el aire atmosférico y la luz, o el espacio que sujetaría el cielo y lo separa de la tierra), y Tefnut (Diosa que representa la humedad y el calor flamígero. Ambos, eran mayoritariamente comprendidos por los egipcios como el espacio etéreo que separa la tierra y el océano del cielo.