Los pecadores, dirigida por Ryan Coogler
Acabo de ver Sinners, del director y guionista estadounidense Ryan Coogler. Los últimos diez minutos son ingeniosos, pero no más que los post-créditos de las películas de Marvel. La primera hora promete bastante, una explicación pop acerca del espíritu del blues, para los que jamás lo han escuchado, acompañada de buenas canciones y una estética encomiable de la década del 30.
El origen del blues sería una mezcla entre religión y paganismo, trabajo duro y descanso al final del día, quizás una forma de protesta ante el racismo, todo eso junto, pero sacado de Wikipedia.
Unos gemelos vienen de Chicago, trabajaron para Al Capone y llegan a Clarksdale, Mississippi, a instalar un antro (Club Jukes) donde reinará el blues, lejos de la ley seca, para que la gente negra se divierta y baile su música.
Una primera sección prometedora
Los pecadores es una película ambiciosa, mezclara muchos temas y géneros cinematográficos que se juegan la vida en la inauguración del club, uno recuerda con cariño esa cinta para adolescentes, Footloose (1984), donde un baile de graduación solucionaría todos los problemas de la comunidad mediante el influjo de la música.
Obvio que la película ochentera no pretendía ser una apología de la juventud, en cambio, Los pecadores procura ensalzar el blues haciendo una apología de la cultura afroamericana en desmedro de lo blanco. La primera parte busca complejizar el asunto, a fuego lento, y la puesta en escena unida a la banda sonora van cautivando al espectador.
Luego vendrá el descenso, la gran inauguración, el gran baile si se quiere, donde hay coreografías sensuales de hombres y mujeres danzando, coreografías de siglo XXI con harto efecto visual y la idea de que el blues permite unir este mundo con el más allá, en versión medio diabólica que atrae a los seres oscuros, sí, porque lo que iba bien encaminado traerá vampiros a esta historia.
El apartado estético es magnífico, las imágenes de las algodoneras y del pueblo, el viaje en automóvil, todo indica que viene algo importante. Al comienzo un instructivo que explica todo esto, existen músicos que perforan el velo entre la vida y la muerte, una leyenda irlandesa y para saturar algo indígena.
«Los pecadores» es una alegoría de la cultura negra
Mezcolanza aparte, el papel de los indígenas es aparecer persiguiendo vampiros, sí, porque en algún momento hay que meter vampiros en el asunto. La metáfora no es muy sutil, los vampiros representan al hombre blanco, pero emparentados con el Ku Klux Klan, hombres blancos de lo peor… y han venido atraídos por el blues que toca Sammy, el hijo del pastor, que en medio de su recital invoca a los bluseros de todos los tiempos, pasado y futuro tocando sus guitarras, acústicas y eléctricas, nuevamente unos aborígenes, en esta fiesta todo vale, hasta ese momento todo pintaba bastante bien.
Los vampiros son pintorescos, piden permiso para entrar, pero después entran solos al antro. Todo esto es muy disparejo, el guion no es muy bueno y requiere aparte de la introducción, que nos traguemos explicaciones.
El jefe de los vampiros representa a las disqueras, a los blancos que usufructúan de la música negra, esos seres despiadados a los que les gusta el blues, pero no sus intérpretes afroamericanos.
Todo esto se explica, las imágenes dan cuenta de peleas sangrientas de cine de terror, oh!, el director mezcla estilos y uno echa de menos el guion de Tarantino (Inglourious Basterds) porque al hacer una buena parodia de malos, las imágenes deben dar a entender el simulacro, pero no, en Sinners hay peleas como en las películas de superhéroes, harta acción, estos vampiros son los villanos de cualquier historia, los antagonistas irlandeses, hay escasa profundidad (un manual aparte para explicarlos), más allá que desean apropiarse del espíritu del blues, del músico, digamos que los últimos diez minutos recobran la coherencia y nos muestran al guitarrista en un bar del futuro.
Una historia maniquea de lo políticamente correcto
El protagonista deberá masacrar a los blancos, supuestamente ex Ku Klux Klan, la cosa es que la película es un revoltijo, entre medio algo de western, la cuestión es que lo políticamente correcto es matar a los malos y como los vampiros no mueren, matan a todos los otros blancos, los masacran, un guion extraviado, hecho a saltos.
La película de Ryan Coogler supuestamente es transgresora, pero nada de eso es cierto, el discurso es convencional, lo más básico de los derechos humanos, igualdad de derechos, en definitiva, no al racismo. No era necesaria toda esta parafernalia para entregar ese mensaje tan obvio.
Buen pretexto para investigar sobre el blues
Empiezo a blusear (improvisar) y llamo por wasap a Jordi. Tengo la impresión de que la banda sonora era buena, pero que el verdadero blues está en otro lado.
Jordi me habla de Cadillac Records (2008), de Bessie (2015) y la más antigua Leadbelly (1976) de Gordon Parks. Me confiesa que los documentales producidos por Martin Scorsese son una joya.
Elijo The soul of a man de Wim Wenders, un recorrido histórico del blues a través de la música de Skip James, Blind Willie Johnson y J.B. Lenoir, tres de sus favoritos, un peregrinaje a sus vidas que mezcla escenas de ficción con extraño material de archivo. Cien minutos que me imbuyen del espíritu del blues, de esos músicos incansables llenos de anécdotas y ganas por sacar el alma desde sus entrañas.
«Sinners» es sólo un revoltijo de ideas superficiales
Sigo improvisando y contacto a Jürgen en Alaska, viene saliendo del cine y acaba de ver Los pecadores. Salió conforme con la película. En pantalla grande es una buena experiencia, le creo, es un amante del cine, pero agrega que a sus hijas no les agrado tanto el filme, les hubiera dado lo mismo verla en casa.
La visioné en el computador y preferí por lejos el documental de Wim Wenders.
Quedo pensando, gracias a Los pecadores tuve una magnífica velada y conversé con grandes amigos. Qué importa que sea un truco impostado para entregar un mensaje sencillo.
Lo imperdonable es que transforma la experiencia de escuchar blues en un asunto banal. El blues es otra cosa, una atmósfera más introspectiva, un dar cuenta de la vida de esos trabajadores de las plantaciones o de la lucha racial, una experiencia sensorial íntima muy lejana a la estridencia de una película de terror.
Ficha técnica
Título original: Sinners
Año: 2025
Duración: 137 minutos
Producción: Estados Unidos
Dirección: Ryan Coogler
Guion: Ryan Coogler
Reparto: Michael B. Jordan, Hailee Steinfeld, Miles Caton, Wunmi Mosaku, Delroy Lindo, Jack O’Connell, Jayme Lawson
Música: Ludwig Göransson
Fotografía: Autumn Durald
Género: Terror / Música / Racismo / Años 30
Calificación de Los pecadores: 7/10