Jugendstill, Sezession, Modernismo, Art Nouveau, Arts & Crafts, Estilo Liberty, Glasgow style…Son todos términos que definen, en distintos países (y a veces incluso en distintas provincias) el movimiento artístico cultural que tuvo lugar en los últimos ecos del Siglo XIX.
Las revoluciones industriales precedentes y los descubrimientos en ciencias que permitieron la creación de nuevas tecnologías, no solo cambiaron la forma de vida de las ciudades, sino también el pensamiento de las personas que en ellas vivían. Se afianzó de forma definitiva la clase media y cambiaron las reglas del mundo que se conocía. Estos cambios trajeron aparejados una nueva forma de ver (y disfrutar) el arte: el modernismo.
Basándose en el gesamtkunstwerk (el concepto de obra de arte total; no solo lo bello es para los museos sino que es la obligación y el derecho de los ciudadanos el rodearse de cosas bellas en su vida cotidiana), los modernistas domesticaron el arte valiéndose de medios estéticos. El ornamento dejó de ser un mero elemento decorativo para pasar a ser el símbolo del todo. Los objetos de uso común se encerraron en formas artísticas de acuerdo a su finalidad.
Pero a pesar de ser hijos de la revolución, pronto muchos artistas modernistas tendieron a enemistarse con los procesos industriales, encontrándolos fríos y lejanos. Buscaban una cercanía no solo artística sino también emocional con los objetos y encontraban difícil esa comunión con un objeto producido en masa. Se puede pensar en ellos como los primeros anti Ikea.
Esto llevó a que muchos de ellos se decantaran por el trabajo manual para poder obtener una personalización absoluta del objeto, y así, del detalle. Y esa fue la piedra contradictoria del modernismo, su golpe de gracia; esas mismas clases medias a las que pretendían revolucionar a través de experiencias cotidianas mediante objetos no podían permitirse comprar un tenedor que valía diez veces más que uno hecho en una fábrica.
De esta forma se vio abocado a poco más que un grandísimo experimento artístico social; comodidades artísticas pensadas para clases medias y bajas que solo pudieron disfrutar las clases altas y los propios artistas.
El modernismo intentó ser el movimiento que diera comienzo a un nuevo futuro, y acabó siendo (por sus propias pretensiones) el grand final del siglo del que intentaron desmarcarse.
Escrito por Bernini
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