Bram Stocker y una Isabel I que era hombre

Bram Stocker y una Isabel I que era hombre

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Bram Stocker es conocido por su novela Drácula, escrita en 1897 y basada en la historia del príncipe Vlad III «el Empalador». Con esta historia, comenzó la tradición del vampirismo que incluso ha llegado a nuestra época con obras menos terroríficas y más adolescentes pero siempre basadas, en cierto modo, en las bases que el escritor irlandés asentó. No obstante, Bram Stocker también fue autor de otra obra algo menos conocida pero no por ello menos interesantes: Impostores Famosos, que vio la luz en 1910 y en la que se deja caer que la imponente Isabel I de Inglaterra, la famosa Reina Virgen, era en realidad un hombre.

   El señor Stocker investigó archivos y correspondencias de la época. En el libro previamente nombrado se relata que durante su infancia, Isabel iba frecuentemente con su institutriz, la señora Ashley, a Bisley para cambiar aire en las colinas de Costwold en Surrey.

Hay que recordar que Isabel era una de los hijos supervivientes del rey Enrique VIII, el primer rey Tudor descendiente de las ramas Lancaster y York tras la Guerra de las Dos Rosas, una guerra civil entre las dos casas que se disputaban el trono de Inglaterra que culminó en boda entre Enrique VII Tudor e Isabel de York, firmando así, finalmente, la paz.

Un día, y siempre según los documentos y las hipótesis de Bram Stocker, la princesa Isabel sufrió una fiebre aguda, muriendo repentinamente antes de que se pudiese avisar a un galeno para tratarla. Más tarde, el rey Enrique VIII mandó avisar a la señora Ashley que iría a visitar a su hija. Temiendo la furia del rey y las posibles consecuencias desastrosas, la señora Ashley buscó por toda la villa a una niña que se pareciera a Isabel para sustituirla. Por desgracia, no encontró niña alguna, de edad aproximada, que se pareciera a la princesa. No obstante y sin dejarse vencer, la señora Ashley recordó que el compañero de juegos de Isabel se parecía a ella. La institutriz, acompañada por el tesorero de la casa Thomas Parry, vistieron al niño Bisley con un vestido de la joven princesa fallecida.

Bram Stoker

Aparentemente todo salió como planeado (lo que nos hace pensar que Enrique VIII tampoco había tenido un interés especial necesario en su hija, ya que no fue capaz de percatarse del cambiazo) y el resto es historia. El rey Enrique VIII murió en 1547 y el nuevo rey fue su hijo Eduardo VI (concebido con Jane Seymour) por 6 años, seguido por la reina Juana Grey por 14 días y seguida ésta, a su vez, por María I (hija de Catalina de Aragón, a su vez hija de los Reyes Católicos) quien murió en 1558. En ese mismo año, con 25 años edad, la princesa Isabel (o el niño Bisley) subió al trono. Fuera quien fuera, la reina Isabel I siempre usó peluca, vestidos de cuello alto para ocultar el cuello y varias capas de maquillaje. Además, la reina también rechazó varias ofertas de matrimonio, de ahí que se la llegase a conocer como la Reina Virgen.

   Como conclusión del relato, Bram Stocker mantuvo una postura objetiva e hizo un listado de las imposibilidades de la historia, como de que el niño Bisley pudiera engañar al padre, el rey Enrique VIII, y a todos aquellos que le rodeaban, así como mantener el farsante papel femenino por tanto tiempo y hasta el día de su propia muerte.

   Lo más probable es que esta historia sea fruto de especulaciones de enemigos y diferentes personajes que veían en en solitario reinado de una mujer independiente el caldo de cultivo ideal para maquinaciones morbosas. De hecho, se dice que Isabel, si bien no tuvo maridos, sí gozó de la compañía de diferentes amantes. La elección de no contraer matrimonio nunca es algo que ella misma (¿o él?) se llevó a la tumba. Heroína o villana de su época, eso es un tema del que hablaremos en otra ocasión. Con este artículo, celebramos su 485 cumpleaños.

Escrito por Julie de Lespinasse

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