Basada en la historia real de María Estuardo, Saoirse Ronan protagoniza una cinta cargada de tramas políticas y traiciones, que nos trasladan a la Escocia del siglo XVI.
María Estuardo, reina de Escocia (2018)
La apasionante historia de María Estuardo ha sido llevada varias veces a la gran pantalla. Quizás la más famosa, sin contar la que nos atañe, fue de la mano de Charles Jarrott en 1971, producida por Universal y Hal Wallis Productions.
Sin embargo, no sería hasta 2018, con Josie Rourke en la dirección, cuando se llevaría la producción a otro nivel. Con un presupuesto de 25M$, tuvo una recaudación más que aceptable, con casi 47M$ a nivel mundial.
La principal diferencia entre ambas versiones, es que la primera tuvo un reparto principalmente británico, y un formato teatral con especial cuidado al diseño de interiores y la puesta en escena. La segunda, en cambio, busca un enfoque más ambicioso en cuanto a producción, para intentar llegar a más público. Prueba de ello es el casting, con una americana y una australiana interpretando a María de Escocia, e Isabel I respectivamente.
Dos reinas rivales, en un mundo de hombres
En agosto de 1561, después de enviudar al rey Francisco de Francia, María regresó a Escocia. Su educación católica marcó una diferencia estructural con la idiosincrasia protestante que imperaba en las islas anglosajonas. Pero lo que marcaría aún más su destino, fue su decisión de enfrentarse a su prima Isabel I cuestionando su legitimad por el derecho al trono.
El enfrentamiento pues, está servido entre una Isabel I interpretada por Margot Robbie, contra nuestra heroína, María de Escocia, interpretada por Saoirse Ronan. Y este será el eje principal sobre el que gire la trama.
A nivel interpretativo, Ronan muestra una interpretación un tanto visceral del personaje. Muy afectiva con sus aliados, y sin problema en mostrar desprecio por sus enemigos. Un libro abierto, se podría decir. En cambio, Robbie, brinda una interpretación más intimista, con una Isabel que parece tratar tanto a aliado como enemigos de la misma forma. Un libro cerrado, se podría decir.

La relación entre María e Isabel es la parte más interesante de la trama. Por una evolución que escapa a tópicos y simplificaciones.
Cuando el guion falta a la cita…
La fotografía de John Mathieson nos transporta a la Escocia del siglo XVI, tanto en los bellos exteriores como en los oscuros interiores, donde la figura de María va ganando peso y por lo tanto se va convirtiendo cada más y más en una amenaza.
La dirección de Rourke cumple con su parte, al igual que vestuario, maquillaje y música. Como si fueran ingredientes de la receta de un buen plato de una película histórica, y habría quedado un plato delicioso, de no ser porque se les olvidó encender el horno. Véase, un guion a la altura de todo lo demás.
Más allá de comparar la veracidad histórica de los acontecimientos, para ello juzguen ustedes con el artículo de esta misma revista sobre María Estuardo, el principal contra de esta cinta es el guion.
Y no es tanto por la abundancia de personajes, todos escritos extrañamente de la misma manera pero con ligeras diferencias, tanto estéticas como estructurales. Tampoco por los giros forzados (sí, te miro a ti, Ismael). Ni tampoco por el recurso manido de empezar la historia por el final para forzar expectación.
No, el principal motivo porque el guion no está a la altura del resto, es porque quiere ser demasiado ambicioso, y contar demasiadas cosas, con demasiados detalles, en muy poco tiempo, y esto no suele salir bien. Habría sido más beneficioso para todos abarcar menos, pero mejor contado.
En conclusión, una versión aceptable, que cumple más en interpretación y en dirección, que en guion. Un buen complemento, para una historia real aún mejor.